-ˏˋ⋆ Trazos en la ciudad de las luces ⋆ˊˎ- Riverduccion

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Con el corazón latiendo acelerado, Félix llegó al estudio de Samantha, donde se respiraba un ambiente artístico y acogedor. Ella lo recibió con una cálida sonrisa y lo invitó a tomar asiento en un rincón acogedor.

—Félix, qué sorpresa agradable tenerte aquí—dijo Samantha mientras ajustaba el enfoque de una cámara que reposaba sobre una mesa cercana.

Félix sonrió tímidamente. —Samantha, necesitaba hablar contigo. He estado reflexionando mucho últimamente, y quiero que sepas que estoy listo para asumir la responsabilidad de ser el padre de Sophie

La mirada de Samantha se iluminó de emoción. —Félix, eso me alegra muchísimo. Siempre supe que tenías un gran corazón y que serías un excelente padre. Pero, por supuesto, quiero asegurarme de que todo sea lo mejor para Sophie. ¿Cómo te sientes respecto a conocerla e irse introduciendo en su vida poco a poco?

Félix asintió, comprendiendo la importancia de tomar las cosas con calma. —Entiendo perfectamente, Samantha. Quiero que Sophie se sienta cómoda y segura. Creo que sería bueno empezar por un encuentro en un lugar neutral, donde pueda relajarse y conocernos de manera relajada.

La fotógrafa asintió con aprobación. —Eso suena muy bien. Además, como eres pintor, podrías mostrarle algunas de mis fotos y pintar sobre ellas con Sophie para crear un lazo entre ustedes.

Félix asintió emocionado por la idea.—¡Claro! Eso podría ser una excelente manera de conectar con ella y compartir algo especial. También me gustaría poder asistir a algunas de sus actividades, como una función escolar o un día de juegos en el parque. Así podríamos conocernos en situaciones más relajadas y naturales.

Samantha sonrió y colocó su mano sobre la de Félix, transmitiéndole su apoyo. —Estoy segura de que serás un padre maravilloso para Sophie, Félix. Solo necesitamos darle tiempo y espacio para que se acostumbre a esta nueva etapa

Con determinación y ternura, Félix respondió: —Haré todo lo que esté a mi alcance para demostrarle a Sophie cuánto la quiero y que siempre estaré aquí para ella.

Samantha estaba sentada en su estudio, mirando las fotografías que había tomado a lo largo de los años. De repente, una imagen en particular capturó su atención: una fotografía en blanco y negro de dos niños pequeños jugando en un parque. Una sonrisa nostálgica se dibujó en su rostro mientras recordaba aquel momento especial.

—Ese día en el parque... fue cuando conocí a Félix.—dijo susurrando para si misma

La escena regresó a su mente como un recuerdo vívido. Ella y Félix tenían unos seis años en ese entonces, y por alguna razón, se sintieron atraídos el uno al otro desde el momento en que se encontraron.

—Fue algo inexplicable. Éramos solo dos niños, pero había una conexión entre nosotros, como si nos conociéramos desde siempre.

Recordó cómo compartieron risas, cómo se ayudaron a trepar en los juegos del parque y cómo intercambiaron miradas cómplices durante aquel encuentro casual.

La fotografía se convirtió en un recordatorio tangible de cómo comenzó todo, una chispa que encendió una llama que ardería a lo largo de los años.

Samantha se retorcía entre las sábanas, incapaz de encontrar el sueño. Su mente revolvía incesantemente, y en medio de la oscuridad de la noche, los recuerdos del pasado emergían con fuerza.

Samantha miró nerviosamente el edificio de la nueva escuela primaria. Era su primer día en un lugar completamente desconocido, y aunque estaba emocionada, también se sentía un poco insegura.

Al entrar al patio de recreo, observó a los niños jugando y riendo. Entre la multitud, sus ojos se posaron en un chico con cabello oscuro y una sonrisa traviesa. Instantáneamente, sintió una extraña sensación de familiaridad.