CAPÍTULO VEINTISÉIS TENGO GANAS DE TI

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Nota de la autora:  este capítulo tiene contenido erótico.  Si no te gusta ese detalle, por favor abstenerte de leerlo.

Candice miraba como las gotas de lluvia golpeaban con vehemencia el vidrio de su puerta. La velocidad a la que viajaba el auto hacía que el paisaje allá afuera se viera borroso; y aunque solo era una noche lluviosa, ella sentía que era la viva imagen de su futuro lo que estaba viendo. Y es que no era para menos; pues el auto avanzaba a un destino incierto donde no sabía qué le esperaba. —¿Qué pasaría ahora con ellos? —se preguntaba.

No podía negar que se sentía asustada por la decisión que acababa de tomar, estaba temblorosa, nunca antes había estado así, ni siquiera la primera noche en la que se entregó sin reservas a un amor prohibido.   Su nerviosismo era tal que instintivamente llevó su mano al pecho para aferrarse a su amado colgante estrellado.   La voz de la razón martillaba a cada momento en su cabeza  «¡Estás jodida! Te has metido en un problema enorme con los Ardlay, con esa mujer y con todos»   No obstante, el corazón no paraba de gritarle que había hecho lo correcto, que viviera el momento sin miedo, aunque tuviera a todo el mundo en su contra.

De pronto, sintió como su mano era tomada por otra más grande y la sujetaba con fuerza. Ella volteó, y en un instante todo cambió, la imagen del hombre que estaba a su lado fue la luz en medio de la incertidumbre. Sus profundos ojos azules la miraban de una forma que ella no podía explicar, simplemente se sintió iluminada por su inmenso amor.

La intensa mirada masculina denotaba decisión, seguridad y ese hecho por momentos la calmaba, pero su varonil sonrisa inevitablemente le disparaba el corazón a mil.   Su presencia provocaba en ella un extraña sensación, era como si fueran una rara mezcla de cielo profundo y fuego del inframundo que la abrazaba por entero e indudablemente ella se estaba dejando arrastrar por ese sentimiento.

—¿Estás nerviosa? —preguntó el dueño de aquella endiablada sonrisa.

—Ehm...bueno, honestamente...sí. Tomando en cuenta todo lo que ha ocurrido esta noche, tengo muchas inquietudes y tú aún no me has dicho nada, solo interrumpiste el tráfico como un loco, me sacaste del coche en medio de la lluvia y dejaste al pobre de Slim con un palmo de narices y sin saber cómo reaccionar.

El hombre sonrió con un dejo de picardía.  Para sus adentros reconoció que había actuado como un irracional al ocasionar aquel caos en el tráfico. Besando con adoración la pequeña mano de ella, replicó.

—Es verdad, pido disculpas por esa trifulca en el tránsito, pero recalco que no me arrepiento de nada. Solo hice lo que mi corazón me dictó, y de ser necesario lo volvería a hacer.

Candice mordía sus labios tratando de contener sus ansias,  moría por saber qué era lo que había ocurrido entre él y Karen; así que con cautela preguntó.

—¿Y...qué pasó en la cena?

—Pasaron muchas cosas, pero te las quiero contar en un lugar donde nadie nos interrumpa o intervenga. Primero quiero que te cambies de ropa, la que llevas está empapada.

—¿Y se puede saber a dónde vamos? ¿acaso iremos a una tienda de ropa o algo por el estilo?

—¡Pero qué curiosa! ¿Ansiosa señora mía?

Ante esa pregunta capciosa, el rostro de Candice se encendió. A pesar de encontrarse con sus ropas mojadas, sintió un singular calor que la invadió repentinamente. No solo se sentía ansiosa, sino más bien deseosa. Tratando de ocultar su creciente bochorno, se excusó con una mentirilla blanca.

—¿¡Eh!? ¡no! lo que sucede es que... no quisiera llegar muy tarde a casa. No me gustaría que la niña se despertara y no me encontrase ahí.

—No te preocupes por eso, seguramente Slim llevó mi mensaje. Y para que te sientas más tranquila, toma el celular que está en la guantera y busca el nombre de Dorothy, llámala y dile que si necesita comunicarse contigo lo haga a ese número.

AMOR PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora