CAPÍTULO VEINTIOCHO UN BAILE CON SABOR AMARGO

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Las sorpresas en el corporativo no terminaban, pues las puertas del ascensor se abrieron para dar paso a la gallarda figura de un hombre misterioso. El tipo en cuestión traía puestas gafas de sol que unido a su barba estilo Van Dyke lo hacían lucir una imagen más intrigante.

—¿Señorita Brighton?

—Sí caballero, buen día. ¿En qué lo puedo ayudar?

—Necesito hablar con la señora Candice.

—Disculpe, la señora presidente solo atiende con cita previa y a esta hora no tengo una cita programada para ella.

—Solo dígale mi nombre y le aseguro que ella me atenderá.

—Y...¿a quién anuncio?

—¿¡Es en serio que no me reconoces, Annie Brighton!?

—¿¡Eh!?

El hombre se retiró las gafas de sol que cubrían unos bellos ojos celestes. La afable sonrisa que adornaba su cara fue suficiente para que Annie lo reconociera.

—¡Anthony! ¡Por dios, estás cambiadísimo!

El abrazo de bienvenida no se hizo esperar, la morena prácticamente saltó a los brazos de aquel extraño que con gusto la recibió.

—¡Es que no lo puedo creer! ¿Y esa barba?

—¿Acaso no te gusta? Dicen que con ella me veo más seductor, ¿no crees?

—¡Ay Anthony! Tu siempre has sido muy guapo y seductor. Vamos que te llevo de la mano a presidencia, estoy segura que Candy se desmayará de la emoción.

—¡Epa! la quiero vivita y coleando a mi dulce Candy.

La pareja de amigos rio de buena gana. Sin dilaciones, la morena tomó de la mano al hombre y lo llevó directo hacia la oficina de Candice.

Terence esperaba con paciencia a las afueras del colegio a que Sofía apareciera por esos portones. Para él no había cosa más linda que ver a su niña vestida con su uniforme colegial y sus bellas trenzas saltarinas, pero grande fue su sorpresa cuando recibió una llamada del privado de Candice.

—¡Hola amor! estoy esperando a Sofi afuera del colegio.

—Hola cariño. Disculpa que no te lo avisé antes, pero pasé retirando a Sofi un poco más temprano.

—¿Ocurrió algo? ¿la tuviste que llevar al médico?

—No amor, no te asustes. Es solo que recibimos una visita muy especial y quería que ella estuviera presente. ¿Te parece si nos vemos a la hora de la cena?

—Ok preciosa, será como tu quieras, pero me dejas intrigado. ¿Acaso ha llegado a visitarte ese tal Tom Cruise? porque si es así, te aseguro que puedo mejorar mi faena.

—¡Terry! Estoy en una cafetería pública y tus comentarios son muy...¡insolentes! haces que me sonroje.

Mientras Candice vivía un bello reencuentro con un personaje entrañable, en la oficina de Lagan se cocinaba una de las peores estrategias vía telefónica.

—Y bien señorita Marlow, ¿cree que su bufete y yo podamos llegar a un arreglo?

—Cuente conmigo, señor Lagan. Ese sujeto, Graham, tiene cuentas pendientes conmigo y usted me ha dado los motivos suficientes para llevar su caso, pero le recalco algo, lo que usted quiere hacer es muy arriesgado, así que mis honorarios serán muy costosos.

—Créame abogada que sus honorarios están cubiertos, siempre y cuando todo lo planeado sea llevado estrictamente como se lo he dicho. Quiero recalcar algo, señorita Marlow, yo no admito errores, porque en este negocio hay muchísimo dinero de por medio y supongo que usted sabe a lo que me refiero.

AMOR PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora