Nota de la autora: Este capítulo contiene una escena erótica. Por favor, si eres sensible a ese detalle, pásalo por alto.
En las oficinas principales de las empresas Ardlay se vivía una auténtica locura. Las invitaciones para la gran celebración por el septuagésimo aniversario del corporativo habían sido entregadas a todos los colaboradores y la algarabía no se hizo esperar.
La más entusiasmada con toda esa fiesta era Annie Brighton que no cabía de la felicidad por un invitado en particular.
—¡Ay, Candy! ¡Tenemos poquísimos días para ir de compras! Para ese día necesito estar ESPECTACULAR. El nuevo galán que tengo en la mira necesita verme preciosa. Ya lo he pescado dándome una que otra mirada pícara, así que necesito estar despampanante. Hay una tienda nueva que es imprescindible que la visitemos, también tenemos que separar cita con la peluquería y ....bla...bla...bla
Annie seguía en su perorata, pero Candice estaba en su propio mundo sin prestar mayor atención al largo listado de actividades que la pelinegra tenía pendiente. A veces sonreía sin razón aparente, otras mordía sus labios recordando algo prohibido, pero de un momento a otro el gesto de preocupación que dibujó su cara era digna de una portada.
—¿Candy? ¡Candy! ¡Caray mujer! Llevo hablando como loca por más de media hora y tú solo estás ahí, suspirando y fantaseando ¡con quien sabe qué cosa!
—¿¡Eh!? ¡Pero Annie! ¡Qué dices! ¡Claro que te estoy prestando atención!
—¡No me digas! Es que la culpable soy yo, porque estoy aquí hablando y soñando con mi nuevo galán y tú de seguro estás pensando en unos ojazos del color del mar que te tienen por las nubes.
Candice sonrió apenada con su amiga. Desde que entablaron su amistad en Londres, entre ellas se dio una complicidad absoluta . Quería seguir siendo su confidente, pero a decir verdad, su cabeza no dejaba de pensar en su último encuentro con Terence.
—Annie, tú sabes que siempre he estado para ti, pero ahora...a decir verdad tengo mi cabeza...un poco...confusa... me siento como en el limbo.
—Ja, ja, ja. Lo que tú estás es enamoradísima de tu galán, y te comprendo perfectamente porque llevas 5 años de sequía y ese encuentro debió ser una auténtica delicia, pero lo que no entiendo es esa cara de preocupación que tienes.
—Annie, lo que sucede es que tengo...dudas sobre... mi apariencia.
—¿Dudas sobre tu apariencia? ¡De qué hablas!
—Annie, dime algo ¿Tu crees que me veo algo...anticuada?
La pelinegra se quedó estática ante aquella pregunta. Su amiga estaba loca si pensaba que su vestimenta era anticuada o pasada de moda.
—¿Acaso estás demente, Candy? Tu te verías regia y elegante así te vistieras con un saco de papas. Tienes un cuerpo tan lindo y armonioso que todo te queda bien.
[carraspeo] —No me refería a mi vestimenta exterior; sino a mi...ropa...interior.
—Ja, ja ja ¿¡No me digas que usas pantys de abuelita!? o...¿Acaso sigues usando los calzones post parto?
—Bueno, no son precisamente pantis de abuelita, pero no son tan modernos. Quisiera comprarme lencería un poco más...llamativa. ¿Crees que hoy podamos salir de compras?
—¡Caramba! Al parecer alguien tiene previsto "darle vuelo a la hilacha", ja, ja, ja.
—¡Annie! No lo digas de esa manera que se escucha...raro.
ESTÁS LEYENDO
AMOR PROHIBIDO
RomanceElla era una hermosa mujer cuyo destino era solo ser un adorno de escaparate. Él, un hombre con las ganas de salir adelante por sus propios medios. Sus vidas se cruzarán de una manera especial y muy particular donde el amor jugará un papel import...