CAPÍTULO TREINTA Y SEIS EL JUICIO EMPIEZA

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Un escándalo masculino proveniente de las duchas llamó la atención del castaño. Lo que había imaginado estaba ante sus ojos. Sobre una improvisada mesa de juegos estaban los dibujos de Sofía, pero para su desgracia , estos estaban totalmente arrugados..

Snake y "Cara de papa" eran los protagonistas de una lucha de brazos, mientras que alrededor de ellos  varios reos gritaban por su favorito como si se tratara de una vulgar pelea callejera.

Los ojos del castaño centelleaban de furia y en su voz se podía notar el resentimiento atorado en su corazón. Miró fijamente a los dos hombres sentados con sus brazos entrelazados y con total desprecio les habló.

—¡Son unos malditos hijos de puta! ¿¡Qué carajos hacen con mis dibujos!?

—¡Pero miren quien está aquí! —Contestó el reo al cual apodaban "cara de papa" —-Llegó el princeso a reclamar sus cartas de amor, ja, ja, ja.    ¡Snake! ¡Llegó tu novio!

El hombre no pudo seguir con su cháchara, pues un fuerte puñetazo se estrelló sobre su blanquecino y redondo rostro.   Con la furia brotando por sus fosas nasales, Terence tomó del cuello al desdichado y mientras lo estrangulaba al punto de la asfixia, le gruñó una peligrosa advertencia.

—Vuelves a burlarte de mis cosas y te parto en dos. ¡¿Entendiste, gordo mal parido!?

—¡Ahg, ahg!  ¡Si! ¡Suéltame, desgraciado! ahg, ahg, ahg Snake ya ganó...ahg, ahg,...esos malditos garabatos...cof, cof, cof...para tí.

Al escuchar aquella angustiosa confesión, las manos del castaño soltaron abruptamente al tipo que ya estaba más blanco que una hoja de papel.   Miró a Snake de forma interrogante para que éste le confirmara lo dicho por el desdichado.

—Dice la verdad. Estos malditos bastardos se metieron a nuestra celda a robar los cigarrillos, y en el camino encontraron tus dibujos; y pues... los tomaron. Tu eres nuevo y por eso no percibiste el doble juego de esos imbéciles. Seguramente colocaron en los barrotes algo de droga, rohypnol tal vez, por eso tú caíste profundamente dormido después de tocar las rejas. Yo tomé mis precauciones.

—Es decir que...¿pudiste sentir cuando entraron a la celda y nos robaron?

—Así es. Intenté despertarte, pero fue imposible. Te dije que les rompería el hocico a cada uno de esos desgraciados ¡y por dios! que lo iba a hacer, mucho más cuando me di cuenta de que no solo habían robado los cigarrillos; sino que también se habían llevado los dibujos de tu pequeña.

—Yo...no sé qué decir. Por un momento pensé que tú...

—¿Qué fue lo que pensaste? ¿¡Acaso pensaste que yo los robé!? ¡Qué idiota!

—Es que... no te vi en la celda y pensé que....

—¡Ash! ¡Olvídalo! ¡Me largo de aquí!

Snake se levantó, tomó los dibujos y se los dio a Terence para luego salir de ahí sin decir una sola palabra. Por unos minutos el castaño se quedó estático mirando sus estropeados dibujos. Luego de ver en uno de ellos una pequeña mancha de sangre, un terrible sentimiento de culpa lo abordó. Cuando intentó abandonar el área de las duchas los otros 5 individuos lo rodearon para no dejarlo salir.

—¿A dónde vas "Caribonito"?¿Y los cigarros?

—¿Los quieren? Vayan por ellos. Por mí se los pueden quedar, no me interesan.

De manera astuta, el castaño aventó los cigarros hacia una esquina logrando distraer a los reos que sin pensarlo dos veces cayeron sobre el fulminante vicio como si fueran aves de rapiña. De esa manera pudo salir del área de las duchas sin tener que lidiar con un altercado para seguir a Snake, pero este ya no estaba por los corredores ni en su celda.  El hombre había corrido para el área designada al ejercicio físico intentando desahogar de alguna manera su cólera  en las pesas.   Terence intentó hablarle, pero el malencarado individuo no se lo permitió.

AMOR PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora