Prólogo

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La luz entraba por la ventana aunque ella ya había visto amanecer. Penélope lleva casi un año pensando en su futuro. Nunca ha querido pensar demasiado en el pero después de lo que pasó en el baile Featherington no ha podido evitar pensarlo todos los días. Al principio, lloró sin consuelo durante semanas, después se aisló de toda su familia. Su madre no le dio la importancia que le hubiera dado cualquier madre pero se preocupó de lo que le pasaba. Penélope solo le contó que ya no era amiga de Eloise Bridgerton y Portia ni siquiera preguntó el por qué. Después de pasar por todas esas fases pasó a pensar en ella, después de todo nadie era imprescindible. El mundo seguía funcionando aunque ella tuviera el corazón roto por las personas a las que más amaba que eran Colin y Eloise así que debía seguir su vida. Ellos dos ya no formarán parte de su vida.

Ahí es cuando empezó a pensar en ella, en que para poder seguir como Lady Whistledown sin tener que esconderse de sus seres queridos debía encontrar un marido con el que pudiera compartir el secreto y que dejara prosperar su propio negocio , con el que pudiera ser ella misma y vestir como quiera. El amor no entraba en eso. Con tener los hijos que desea y que sea una persona amable y agradable tenía suficiente.

Faltan solos unos días para empezar la temporada y esta tienen que ser una temporada memorable.

Con la única persona con la que podía hablar y desahogarse era con Madame Delacroix y aún así no se atrevía llamarla amiga, no vaya a ser que también pierda su amistad con ella.

- Señorita Penélope. Interrumpió la señora Varley.

- Sí, Varley.

- Tiene correspondencia.

Penélope torció el gesto, sabía perfectamente quien era, Colin Bridgerton. No había recibido correspondencia de nadie más en estos últimos meses y parece que Eloise no le contó nada de la identidad de Lady Whistledown si no no le escribiría

- Gracias, Varley.

Varley hizo un gesto de aprobación y se marchó.

Penélope cogió la carta y leyó su nombre escrito con la hermosa letra de Colin y que ella había guardado en un cajón porque era incapaz de quemarlas.

- Colin Bridgerton, no te enteras de nada. Dijo en voz alta.

¿ Por qué le escribe? ¿Es que no ve que no le ha contestado a todas las cartas que le ha escrito? Incluso se acerco a despedirse de ella a la casa Featherington pero ella hizo que uno de los criados le dijera que no se encontraba en casa aunque no era así.

Tenía que hablar con Madame Delacroix, quizás ella sepa lo que hay que hacer para triunfar en una temporada social.

Bajó las escaleras y se encontró en el salón a su madre.

- Mama, debo de ir a la modista.

- ¿ Por qué?

- Porque necesito volver a ajustar algunos vestidos.

- Es verdad, con tu perdida de peso te he visto a algunos vestidos holgados y eso no debe ser así cuando empiece la temporada. Pueden creer que no tenemos dinero para arreglarlos.

- Y por suerte no es así. Dijo Penélope.

- Gracias a mi tía Anna, que dios la tenga en su gloria por la herencia inesperada que nos dejó.

- Sí. Dijo Penélope riéndose de su propia ocurrencia.

Cuando el Lord Featherington huyó Penélope se juró que ni su vida ni la de sus hermanas dependerían de un hombre. Philippa ya estaba casada, por ella no podría hacer nada pero por su madre y Prudence si. Así que se inventó una herencia absurda de una tía perdida de su madre. La herencia no era muy escandalosa pero con el dinero que recibía al año le era más que suficiente para mantener a los criados, a ellas y a algún capricho como poder dar un baile o comprar algún vestido nuevo.

Amando a Penélope Featherington Donde viven las historias. Descúbrelo ahora