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Tenía entonces un gran conflicto, la comida del hospital no es que fuera mala, a fin de cuentas eran comidas livianas para enfermos, pero no era la clase de comida que se adaptaba a su paladar, no es que Mo Guan Shan fuera muy exquisito, pero cuando sabes de cocina es difícil comer ese tipo de alimentos a los cuales ni siquiera les encontraba sabor.

Así que si de por sí el pelirrojo no tenía hambre, la comida de ese lugar le quitaba aún más el hambre. Pero si no comía nada estaba seguro de que esas enfermeras del diablo vendrían de nuevo a apuñalarlo con una aguja.

Ante el simple hecho de recordar como 5 enfermeras lo sometieron a la cama para lograr poner el catéter se le erizó la piel, le recorrió un frío por la columna vertebral así que se abrazó a si mismo tratando de sentir algo de calor.

Ese maldito hospital era un infierno, ¿No podían apagar el aire acondicionado al menos por un rato? La situación lo enfermaba, necesitaba salir de ahí, al menos a tomar aire.

Se puso de pie más cuando la manguera conductora se alargó todo lo que daba, entonces Mo recordó que aún tenía esa aguja asesina enterrada en su brazo. Respiro hondo y con el pulso tembloroso lo jaló hasta sacarlo por completo.

No se puso nervioso al ver la cantidad de sangre que empezó a brotar por el orificio que había dejado la aguja. Al menos ahora sentía alivio, y sin nada que lo detuviera salió de aquella habitación.

Encontrándose ahora en un interminable pasillo blanco típico de los hospitales, había poca gente, la situación hasta cierto punto lo incomodaba. No sabía dónde estaba, por lo tanto tampoco sabía por dónde ir para llegar a la salida. Así que sólo empezó a divagar hacia cualquier lugar, tarde o temprano se encontraría con la salida, o eso esperaba.

Y así fue, no sabía si era suerte que no se hubiera topado con nadie que lo reconociera, así que se sintió tranquilo cuando vio una puerta con un letrero verde que decía "exit", una vez afuera pudo respirar profundamente sintiendo el calor del medio día recibirlo.

El lugar parecía un jardín y no se veían demasiadas personas así que camino por todo el lugar hasta encontrar una banqueta con la cantidad de sol y sombra adecuados. Se sentó cruzado de brazos y se dispuso a mirar el cielo un rato, no era un precioso cielo azul, más bien era un cielo grisáceo por la cantidad de nubes.

—Parece que va a llover —murmuro para sí mismo, con la mirada perdida en el cielo.

—¿Eso crees? Yo pienso que va a despejarse.

Sentir la voz tan cerca de sí lo hizo sobresaltarse, miro al instante en esa dirección, era ese médico de aura siniestra, su ceño se frunció por reflejo. Sus instintos le decían que tuviera cuidado con ese sujeto.

—¿Estás aquí sólo? —Mo Guan Shan sentía esos ojos grisáceos atravesándolo con la mirada. Aun así trató de no mostrarse ansioso.

—¿Te parece que tenga compañía?

—Me parece... por el sangrado en la vena de tu brazo que retiraste el catéter por tu cuenta, que no notificaste a nadie que ibas a salir de tu habitación; y que, por lo cual, hayas alarmado a la enfermera de turno, lo que provocará que me llegué un reporte de fuga en unos 5 a 10 minutos.

Mo ni siquiera respondió a eso, ese maldito doctor lo único que hacía cada vez que lo veía era regañarle.

—Estas en un hospital señor Mo, no puedes hacer lo que te dé la gana. Si quieres darte de alta voluntaria sólo debiste notificarme y firmar un papel.

El tono de reproche y cansancio en la voz del moreno sacó de quicio a Mo el cual solo pudo poner los ojos en blanco tragándose el "pero yo no me he escapado". Se sentó en la banqueta al lado del pelirrojo, Mo se alejó hasta la punta opuesta, estaba necesitado de hacerle saber a ese imbécil que realmente no lo quería cerca.

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