Capítulo siete

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"Es solo un pequeño enamoramiento

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"Es solo un pequeño enamoramiento

No es como si me desmayara cada vez que te veo"

A veces cuando sufres de una gran impresión, hablas sin parar intentando una explicación lógica. Otras personas se pasean en círculos, mordiéndose los labios denotando nerviosismo. Otras se quedan mirando al vacío tratando de entender lo sucedido.

Y hay otras personas como yo, además de mirar hacia la nada, solo atinan a quedarse congeladas como si el tiempo no transcurriese. Sentí el piso abriéndose debajo de mis pies considerando las palabras que me dijo Antonio.

¿Conocen la película el Gran Pez? Eso es lo que me sucedió. El tiempo anduvo de manera demasiado lento, y luego para compensarlo corrió velozmente para equiparar lo perdido. Me percaté de que me había quedado callada demasiado tiempo y necesitaba darle una respuesta.

¿Pero qué le diría?

Supongo que pude decirle muchas cosas. Quizá reírme, esa posibilidad se barajó en mi mente, pero la seguridad en sus palabras no daba a entender que era una broma pesada. También enfadarme, pero en sus ojos azules solo encontré esa sinceridad, que yo jamás vi en reflejadas en otra persona... ahora parecían tener otro detalle.

Yo estaba retratada en su pupila azul, pequeña, menuda, chascona, con los ojos enormes, ruborizada y con mis lentes, así me veía siempre, pero en sus ojos yo lucía... preciosa. Y no sé porque razón, aquello me hizo sentir inmensamente feliz.

"Concéntrate Angélica... ¡Di algo coherente!"

Algo comenzó a encajarse en mi mente. Como una especie de puzle cada pieza ese colocó en su lugar preciso. Situaciones, palabras, simples gestos... todo de manera sorprendente ahora tenía sentido, lo cual hizo que saltara de donde estaba sentada. Sobre todo, algo sucedido en la semana pasada, resaltó en medio de aquellos recuerdos revueltos.

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Salí hecha polvo de la clase de educación física. ¿Qué clase de monstruo dice que el ejercicio físico, es provechoso para la gente joven? Tomé mi mochila, arrastrándola por el suelo dejando una suave estela de polvo en el piso. Esperaba a Katte en el vestíbulo del colegio, donde se suponía ella estaría esperándome.

En vez de su figura, Antonio apareció entre la muchedumbre.

—¿Tú? —enarqué la ceja.

—Alejandra aún no sale —contestó de inmediato cruzando los brazos sobre su cabeza de manera despreocupada.

—Entiendo... ¿has visto...? —estaba por preguntarle donde se encontraba mi mejor amiga cuando fui interrumpida.

Unos conocidos míos me saludaron efusivamente. Les sonreía amablemente, eran los chicos con quienes tenía un pequeño taller. A pesar de odiar las ciencias participaba activamente en uno, siendo la secretaria quién debía encargarse de tener todos los materiales a la disposición.

Formas Idiotas Para AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora