Capítulo doce

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"Fue tan corto tu amor...que es como si nunca hubiese existido. Y eso es lo peor de todo"

Quizás quedarme despierta hasta tan tarde no fue la mejor decisión que tomé para este primer día. La alarma parecía estar pegada al lado de mi oído devolviéndome a esta estúpida realidad.

"Evidentemente esto es culpa tuya por creerle a Antonio" dijo la voz de mi conciencia.

—¿Dónde estabas hace como dos meses atrás? —le reclamé y por supuesto no respondió.

Tenía que volver a verlo, volver a verlos, volver a verlos juntos. Tan solo armar esa oración en mi cabeza me causaba un profundo dolor en el pecho. ¿Soy tan valiente? Pensé ¿Soy tan cínica? ¿Soy tan mentirosa? ¿Soy tan buena actriz? La ultima persona que quiero se entere de mi sufrimiento es Antonio.

Me incorporé sobre la cama, tomando las cosas para comenzar a ir al baño cuando mi vista cayó sobre uno de los cuadernos donde escribía la noche anterior. Mi diario, aquel que sabía todo mi sentir, el verdadero sentir hacia Antonio. Allí donde fantaseé tantas veces con ser su novia, tomarnos fotos, ir a citas y mirar películas cursis.

Supongo que me lo merezco.

Merezco este sufrimiento porque fui profundamente egoísta y solo pensé en mi felicidad. Dentro de las hojas del pequeño diario existía un conteo masoquista:

"Quedan ocho horas" "Quedan siete horas"... contando el tiempo, casi con placer doloroso, que me quedaba para volver a verlo a la cara.

—Quizás podría quedarme aquí —me lancé sobre el colchón

Sería demasiado sencillo ¿o no? No ir, volver a evitarlo durante las próximas 24 horas restantes. Tratar de dormir un poco, crear un guion en mi cabeza para poder hablar sin nombrarlo, ordenar mi apariencia para no verme tan patética, maquillar las marcas de las lágrimas y las ojeras para que nadie se preocupase por mí. Estaba casi por inventar un dolor de estomago cuando mi celular chilló, chilló y siguió chillando hasta que resignada lo contesté:

—¡Mira su tienes ganas de joderme...!

—¡Ange! —dijo Katte por el otro lado de la línea —espero que estés levantada... ¡Todos tus amigos te esperan!

El grito de mi mejor amiga logró que saltará de la cama y corriese hacia el baño. Miré hacia el espejo, observando el rostro demacrado, las marcas de las lágrimas, las ojeras, el cabello desordenado y los ojos totalmente opacos. Yo ya había visto mi rostro de esa manera mucho antes de que Antonio rompiese mi corazón. Yo me veía así cuando mis compañeras me humillaban, golpeaban e ignoraban en el colegio anterior.

No pienso permitir que esto me pase de nuevo. No voy a perder todo lo conseguido solo por el estúpido de Antonio. ¡Angélica es fuerte! ¡Nunca volverá a ser débil!

—¡Soy una tonta! —me grité a mí misma— ¡Esto se acabó!

Agarré el teléfono para gritarle a mi mejor amiga.

—¡Ya era hora! ¡Los quiero a todos puntuales en la puerta del liceo!

Aunque no pudiese ver el rostro de mi mejor amiga, supuse que sonreía... al fin aliviada.

—Te esperaremos.

Corté el teléfono, decidida a quitarme esa cara de pena que tenía pegada desde hacía tiempo. Sabía que sería difícil, casi imposible pero ya no tenía nada más que perder de todas maneras.

***

Levanté mi mano derecha intentando imprimirle ánimo. Todos los chicos me esperaban en la entrada del liceo, Felipe, Katte, Victoria y una nueva chica a su lado. Los rostros de mis conocidos se alegraron al verme llegar, sonriéndome cuando me acerqué a ellos. Quise devolver el gesto... pero no pude.

Formas Idiotas Para AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora