"Llevadme, por piedad, a donde el vértigo con la razón me arranque la memoria. ¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas!"
—¡Angélica!
Una niña pequeña y menudita entró a mi sala, sus mejillas estaban rosadas por la aceleración, sus rizos caían con orden y pulcritud sobre su cara. Poseía una mirada castaña desprovista de maldad, identificándola plenamente con la palabra inocencia. Le sonreí gustosa como todos los días.
Katte siempre pasaba por mí, para irnos a almorzar, después caminábamos hasta nuestras casas.Pero este día fue diferente. Su mirada no vaticinaba nada nuevo, venía jugando con sus dedos en clara muestra de nerviosismo. Asustada pensé que algo horrible le pasó.
—¡Ka...! —grité a duras penas, ella me irrumpió con un grito aún mas fuerte que el mío.
—¡Lo siento mucho! —exclamó apenada —Tengo que hacer un trabajo, lo olvidé por completo.
Volví a respirar tranquila.
—¡Tonta! No me vuelvas a asustar de esa manera. —Puse una mano en mi pecho, intentando relajarme.
—¿Estás molesta?
—Solo un poco. —Al ver su cara a punto de hacerme puchero, me detuve en seco —¡Claro que no ridícula! Solo me asustaste, pensé que algo malo te sucedió.
Katte me sonrió apenada, yo para mi pesar también le regresé la sonrisa.
—Ya ve, nos vemos mañana.
Ella me dio un largo abrazo, después de eso salio corriendo con su habitual energía.
La observé marcharse, mientras los recuerdos que su figura evocaba surgieron de la nada. Es verdad, desde el principio mostró dependencia a mi persona. Pero tengo la firme esperanza de que eso cambie algún día porque yo la admiro mucho. Su inocencia, entereza y sobre todo su fuerza de voluntad, siempre admiré eso de ella.
A pesar de que el año escolar recién comenzaba, Katte estaba postulando a una beca a uno de los mejores preuniversitario... y no solo a ese beneficio, al parecer si todo marchaba según sus planes, también podría adelantar algunos ramos de ingeniería. Suspiré al recordar ese detalle, ella al igual que yo adoraba las letras, me preguntaba si sería capaz de sacrificar su vocación, a cambio de un porvenir seguro.
Tomé mis cosas, avanzando hacia los pasillos. Mi mente divagaba, ahora no solo en el futuro de mi mejor amiga también en el mío. No tenía grandes calificaciones, ni mucho dinero como para estudiar lo que se me regalara la gana. Todo lo que sabía de mí misma era que adoraba las letras, con una pasión quemante idéntica a un torbellino.
Sin darme cuenta estaba ahora en el patio central. Tomé asiento en una de las tantas bancas que estaban distribuidas por el patio. Apoyé mi mentón sobre mis manos. Pocas veces me quedo sola. Hoy, Felipe y Victoria salieron antes que yo, escapando de la prueba de historia.
ESTÁS LEYENDO
Formas Idiotas Para Amar
RomanceFormas Idiotas Para Amar: Una brevísima y ligera novela juvenil donde los chicos se enamoran, pelean y lloran mucho ¿No es la adolescencia siempre problemática? Así Angélica descubrirá que crecer es siempre doloroso aunque tenga su pequeña recompe...