Capitulo dos

227 67 190
                                    

"Ciertos recuerdos son como amigos comunes, saben hacer reconciliaciones

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Ciertos recuerdos son como amigos comunes, saben hacer reconciliaciones."

Llegué muy temprano al colegio cosa muy extraña en mí. Abrí la puerta del salón encontrándolo vacío, el sol de verano intentaba entrar por las ventanas pero las persianas de color naranjo lo impedían. Suspiré mientras descorría todas las cortinas desde la última del fondo del salón, hasta la que estaba al lado de mi puesto. El viento de verano se colaba por las ventanas todo parecía tan brillante y tan bonito.

Mis dedos distraídos se enredaron en las cortinas naranjas, para soltarlas de inmediato y apoyarme en el barandal de la ventana. Pensaba intentando no evocar su rostro pero esté seguía surgiendo de mis recuerdos. "Las vacaciones se acercan ya casi estamos en Diciembre... queda muy poco para que se acaben las clases y aun no tengo el valor de hablarle a Armando"- suspiré  "fue una estupidez llegar temprano... no creo que lo vea"

Resoplé otra vez mientras me hundía más en la melancolía. ¿Quién me manda a tener estos sentimientos si él ni siquiera sabe que existo? Y tal vez... a pesar de eso...

—Quizá —dije en voz alta sin darme cuenta —eso sea lo mejor, no existir en su vida.

—¿Sucede algo? —dijo una voz muy cerca de mi oído.

Pegué un salto mientras giraba para golpear al intruso que osaba acercarse, pero lamentablemente tengo una enorme "facilidad" para perder el equilibrio y caerme. Los brazos del extraño evitaron que me fuera de bruces al suelo -y posiblemente romperme los dientes de paso- mientras se burlaba de mi torpeza habitual.

—¡Qué haces! —grité más enfadada que nunca— ¡Suéltame ahora! —chillé mirándolo mientras lo reconocía. Era Antonio.

—Si te suelto vas a caerte —comentó apretándome un poco más.

—Prefiero quebrarme una pierna a permanecer un segundo más así contigo.— Intenté soltarme de su agarre pero no pude—. ¡Estúpido Antonio suéltame antes que te golpee!

Sin ninguna clase de apuro él me depositó con mucha tranquilidad en el piso, pero aún estaba demasiado cerca de mi metro cuadrado. Le sostuve la mirada fijándome en sus ojos azules burlones y eso de alguna manera hizo que mi corazón se acelerara. Desvié la mirada porque no quería que observase mi cara roja y pensara cualquier tontería acerca de mí. No planeaba darle más material para que se riera.

—Ándate de aquí —susurré con los ojos clavados en mis zapatos.

— Vaya miren quién está nerviosa —exclamó con orgullo.

—Piensa lo que quieras.— Rápidamente intenté empujarlo pero él fue más rápido que yo y tomó mis muñecas con sus manos. Antes de decirle cualquier cosa él soltó lo siguiente:

— Lo siento... de verdad, fui un idiota. Nunca pensé que fuese tan importante.

El recuerdo del porque siempre estaba enfadada con él impactó con la fuerza de un relámpago. No quería evocarlo pero en cuanto el idiota hizo una pequeña insinuación, la escena pareció cobrar vida enfrente de mis ojos.

Formas Idiotas Para AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora