14: La rabia que provoca (M)

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Karina

Echaba de menos el aire puro. Hacía un buen día, el mar estaba tranquilo y el cielo despejado. Me apetecía lanzarme al agua y darme un baño, pero no sé si aquello estaba permitido.

Aun seguía sin creer todo lo que había sucedido en unos días. El hecho de haberme enamorado de la persona que me secuestró me hacia descolocarme por completo, pero decidir vivir en un barco también. Aun me costaba entender qué me estaba sucediendo, si lo que sentia era normal o no. Apenas sabía si Winter se sentía igual que yo o simplemente me había creado una fantasía que no era... Lo cierto es que sorprendentemente, esa paz interior al estar en este barco persistia... Y eso no parecía ser malo.

Noté que alguien se posaba a mi lado y hablaba.

—Es bonito, ¿verdad? —habló Jeno.

—Sí, es precioso.

—La primera vez que estuve aquí me aterró el mar, creía que no aguantaría estar aquí mas de dos días.

Me giré hacia el confusa y hablé.

—¿Por qué viniste al barco?

—Mis padres tenían una manera de pensar muy diferente a la mía. Ellos deseaban que fuera un títere a su antojo pero no me apetecía desperdiciar mi vida así, al fin y al cabo sólo tenemos una.

—Eso es cierto, Jeno. Hay que saber bien cómo vivirla.

Nos quedamos en silencio unos segundos simplemente mirando al horizonte. Era relajante, el sonido del mar y su olor te calmaba.

—¿Vas a volver con tu prometido?

Esbocé una sonrisa.

—Creo que ya no es mi prometido —dije sonriendo.

—Oh, no lo sabía. Eso esta bien —sonrió—, no se merecía a alguien tan bonita como tú.

Ah no, no por favor. Cuando creo que estoy haciendo un amigo en el barco de repente se me insinua. Bueno, no tiene por qué ser una insinuación, ¿cierto? Quizá solo este siendo amable.

—Muchas gracias, Jeno —sonreí.

—Sabes, Ryujin dice que cocino de maravilla. Si quieres esta noche puedo preparar algo como señal de bienvenida al barco —dijo de manera agradable.

¿Y ahora qué hago? No era una cita... Claro que no. Solo quiere enseñarme sus dotes culinarios. ¿Debería aceptar? No creo que pase nada.

—Claro, será un placer.

Él sonrió y asintió.

—Nos vemos esta noche, pues.

Él volvió dentro del barco y me quedé unos segundos pensando. ¿No es para tanto, no?

Di una vuelta por el barco y saludé a los tripulantes. La gente se había vuelto muy simpática conmigo a pesar de ser una desconocida, por no hablar del trauma con el chico que me abordó. Además, ayer le conté a Ningning que Winter y yo estábamos acercándonos más y no se sorprendió. ¡Lo daban por hecho! ¿Tan obvio es? Bueno, para Jeno no.

No sé por qué le dije que sí. Bueno, sí lo sé. Porque no sé decir que no.

Le di un vistazo a la parte delantera del barco y vi como Winter subía a proa. Tenía aun el cabestrillo puesto, esta chica es una cabezota.

—¡Hey! Winter, no puedes estar aquí.

—Oh, ¿eres tú la capitana? —dijo ella sarcástica.

Rodé los ojos.

Dahlia | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora