Dahlia | winrina

8: Antes y después

Winter

—Winter... —susurró.

Me giré en la cama para mirarla, la tenía frente a mí. No sabía que estaba tan cerca hasta que me giré y dejé de darle la espalda.

Era de noche y la habitación estaba a oscuras, aunque podía distinguirse su rostro por la luz de las estrellas.

—¿Qué pasa? —susurré.

—¿Qué ocurre si te digo que me da miedo lo pase mañana?

—No va a suceder nada Karina, saldrá bien —dije.

—No lo sabes...

—Deja de ser tan negativa —susurró.

—¿Y si Nicholas se enfada? ¿Y si me encierra?

Aquello me hirvió la sangre. Tan solo imaginar a ese cerdo ponerle una mano encima me daba ganas de romper algo.

—¿Por qué te encerraría?

—Él tiene un temperamento muy... Peculiar.

—¿Te puedo hacer una pregunta personal? —pregunté.

—Sí.

—¿Le quieres?

¿Por qué mierda preguntaste eso, Winter?

—No lo sé... Creo que no —oh, no me esperaba eso—. Es mucho más complicado de lo que piensas.

—¿Por qué os vais a casar entonces?

—Porque así se quiso. No le puedes decir que no. Además, él era lo único que tenía tras perder a mis padres.

¿Por qué me estaba sintiendo tan curiosa por ella?

—¿Puedo preguntar de qué os conocéis?

—Nicholas era el hijo de los amigos de mis padres... Su familia y la mía murió en un accidente de barco hace años. Nicholas y yo éramos jóvenes, se suponía que ese mismo día iría a la fiesta que les organizó Nicholas de bienvenida... No pudo ser. Fue la última vez que supe de mi familia.

En ese momento noté como me empezaba a faltar el aire, como el pecho se me encogía y el vertigo se adueñaba de mi cuerpo. Me incorporé de la cama y ella me imitó asustada.

—¿Winter? ¿Qué pasa?

Ese accidente de barco... Ahí también iba mi madre.

Ese día mi madre no tenía que trabajar, pero ser la mayordoma de los Borne era agotador y sobre todo con lo exigentes que eran. El día de mi cumpleaños, que cumplía 11 años, los Borne decidieron obligarla a ir a ese maldito viaje en barco para que les sirviera personalmente.

Recuerdo esperar pacientemente en esa habitación pequeña en la que vivíamos, esa habitación dentro del trastero de la casa de los Borne. Pero mi madre nunca llegó, y los padres de Nicholas tampoco.

Hay tantas cosas que no sabes Karina, y lo mejor es que se mantenga así.

—Nada, nada... —carraspeé—. Ahora vengo.

Me levanté de la cama pero ella me agarró del brazo.

—Ahora no, por favor —hablé de nuevo.

—Dime que ocurre, qué fue lo que dije...

Entonces me agarró el rostro con ambas manos y me acercó a ella. Sus ojos estaban llenos de preocupación, era la primera vez que hacía algo tan intimo. Deja de mirarme así, por favor...

He mantenido todo esto oculto en mí durante años, nadie sabe absolutamente nada de mi a pesar de vivir a mi lado tanto tiempo, y ahora estas ahí pidiéndome a gritos que te lo cuente...