El regreso

Capítulo 4

Cala

Contemplo la sonrisa que me dedica, una sonrisa que me da miedo y me eriza toda la piel del cuerpo. Pasea el cuchillo que sostiene de una mano a otra y juega con él entre sus dedos.

Nunca había sentido tanto terror a causa de una persona, pero este hombre me provoca mucho miedo, más bien pánico. Es como si mi cuerpo supiera que él nació para ser mi verdugo, como si estuviera creado solo para hacerme daño y hacerme sufrir. Me repito una y mil veces que no debo dejar entrever el hecho de que me causa dichos sentimientos, porque de ser así, lo utilizará para romperme.

Vuelve a acercar el cuchillo a mi rostro y esta vez lo presiona un poco en uno de mis labios, haciéndome un pequeño corte del cual empieza a salir sangre. Seguido de eso, acerca su dedo al corte y recoge la sangre con él. Se lo lleva a la lengua y lo chupa, después me sonríe como un auténtico psicópata.

- Deliciosa, tienes una sangre y unos labios deliciosos, Cala. Debería haberlos probado mucho antes. - dice antes de sostenerme la cara e intentar volver a besarme a la fuerza.

Intento volver a apartarme, pero tiene demasiada fuerza para que yo pueda hacer algo al respecto, así que acaba juntando sus labios a los míos. Esta vez no le escupo, simplemente le muerdo fuerte, haciéndole un corte. Maldice entre dientes y sonríe de nuevo.

- Difícil, con carácter y agresiva. Definitivamente, eres mi perdición, preciosa. - dice mientras se separa de mí y me suelta. - Aunque, no sé por qué te resistes. Recuérdalo bien, Cala, tarde o temprano dejarás que te toque. Lo que no puedo prometer es si será para que no te haga más daño o porque tú así lo quieras.

Se acerca de nuevo a su maletín y ahora coge unas tijeras y una pequeña navaja. Coge un mechón de mi pelo y lo corta, después lo huele y se lo guarda en el bolsillo. Empuña bien la navaja y la acerca de nuevo a mi rostro. Aunque después la baja por el escote de mi vestido y lo corta. Mis pechos quedan expuestos y su mirada se enciende. Siento asco de todo lo que veo en sus ojos y me maldigo por no haberme puesto tan siquiera unas pezoneras.

La pasea sobre mis pezones y después la baja por todo mi estómago. A la altura de mi cadera hace un corte en forma de C, no sé si por mi nombre o si el suyo empieza por la misma letra. A continuación, deja los instrumentos en el maletín y se va a por una venda. Me cura la herida y simplemente desaparece.

Sé que me quedará cicatriz y trato de hacer como si no me importara, pero sí lo hace. El corte no es pequeño, es profundo y bastante grande, lo suficiente para verse a primera vista. Lloro porque acaba escociendo luego de un rato y veo como la venda se llena de sangre. Grito y grito durante horas, ya que cada vez me escuece más y cuando lo cree conveniente aparece por la puerta del almacén.

Se acerca a paso lento, pero decidido. Me quita la venda y limpia la herida, acabado así con mi agonía. No sé qué me había echado antes, pero definitivamente no era un fármaco. Después vuelve a cubrirla, pero esta vez sí que lo hace con alguna pomada porque deja de escocerme y ya no me duele tanto.

- Una de las miles marcas que te haré, para que recuerdes cada uno de estos momentos y pienses en mí cuando las veas. Seré tu verdugo y tu recuerdo más doloroso, Cala y nunca podrás olvidarlo.

La herida no se veía bien cuando me la ha cubierto, estaba prácticamente quemada esa zona de piel y confirmo que será una marca que jamás podré borrar de mi cuerpo.

Me permito llorar cuando vuelve a irse, no sé cómo se tomará esto Alex. Y si me repudia al verme aparecer con cicatrices, con asquerosas marcas por todo el cuerpo. También lloro desconsolada, porque le conozco y sé que ahora estará culpándose de esta situación cuando no ha sido así. Me destrozo sola el corazón porque me rompe en mil pedazos el pensar que tal vez no pueda encontrarme jamás.