Cap 31

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NARRADOR

Era otro día, medio día y el pelinegro seguía encerrado en su habitación desde la mañana y ni siquiera había ido a la universidad, se encontraba sobre su cama boca para arriba en bóxers, sus ojos tenían ojeras pues no había dormido ni un poco por la noche ya que aquellas pesadillas no se lo permitieron, aprovechando que su hermana no estaba en casa se la había pasado fumando.

Su habitación apestaba a mota, el era como una chimenea por lo que todo el lugar estaba inundado de humo, su teléfono había estado timbrando desde las ocho, sabía que eran sus amigos para saber el porqué no había ido a clases pero no estaba de humor para nada en esos momentos por lo que lo había puesto en vibración y no le presto atención.

No sabía qué hacer, se sentía como la mierda y el efecto de lo que fumaba le resultaba cada vez más débil, cada vez pasaba más rápido, y era menos relajante y eficaz, tras cada pesadilla encendía el porro pero se empezaba a dar cuenta de que no era igual, el efecto era cada vez menor al de antes y no apartaba del todo esas terribles sensaciones luego de despertar de las pesadillas.

Molestó ante esto apretó la mandíbula y apagó el porro en su mano presionándolo en la mesita de noche sin importarle la marca que dejó allí pues no era la primera del día, soltando un suspiro se sentó a un lado en la orilla de la cama sintiéndose un poco mareado, algo normal ya que se la había pasado fumando y ni siquiera había desayunado o comido nada.

Se colocó las pantuflas y se levantó, llegó hasta el baño parándose delante de la taza bajando sus bóxers para orinar, al terminar lavó sus manos y cepilló sus dientes, colocándose unos pantalones chándal grises y una camiseta blanca de mangas cortas y salió de habitación yendo escaleras abajo hasta la cocina donde con un rostro serio y en silencio se preparó un sándwich.

Se sentía incómodo y todavía no podía descifrar porque, había fumado más de un porro, lo normal debería ser que toda molestia e incomodidad desapareciera, y le molestaba que no fuera así, hasta ahora había estado bien, eso le ayudaba a lidiar con su problema y si esto deja de funcionar entonces ¿que carajos haría para resolverlo? No tener respuesta para esto que era lo que más le atormentaba no le gustaba para nada.

Más tarde todo seguía igual, solo que después de veinte minutos de haber desayunado había cambiado su encierro en su habitación por el gimnasio, hacía semanas que no hacía ejercicio por lo que hacía el doble de lo que hacía en su rutina normal por lo que su cuerpo estaba sudoroso mientras hacía abdominales.

Eran casi las tres de la tarde así que sabía que su hermana debía estar por llegar, se  centraba en sus ejercicios esforzándose el doble pues las ganas de ver a su hermana llegar y asaltarla con preguntas sobre la castaña lo dominaban y no quería hacerlo, Jennie había tomado una decisión y él debía respetarla, debía olvidarla pues ella no volvería con él, al parecer ese era el deseo de su familia y ella no los abandonaría por el.

Eso realmente... no lo enojaba, era su familia después de todo y él haría lo mismo, nadie abandonaría a los seres que le dieron la vida por un amor qué tal vez no duraría para siempre y que podría llegar a fracasar.

Cuando escuchó la alarma de las tres en su teléfono se levantó apagándola, tomándolo en su mano, en la pantalla de bloqueo logró ver todas las llamadas y mensajes de sus amigos, dejó el teléfono a un lado nuevamente y agarró una toalla limpiando el sudor de su rostro y cuello.

Estaba aburrido, llevaba todo el día así, debía hacer algo, quedarse encerrado lo ahogaba, tal vez eso era gracias a que tiempo atrás por temor a quienes lo dañaban se la pasaba encerrado y con miedo a salir, ahora no se sentía bien estar así, no quería ser esa persona otra vez, tenía que salir o se ahogaría con esos horribles recuerdos.

𝒰𝓃𝒶 𝓃𝓊ℯ𝓋𝒶 𝓋𝒾𝒹𝒶 [𝒥ℯ𝓃𝓁𝒾𝓈𝒶]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora