Nuevos poderes - Quickshoot

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—...Y sabes que puedes confiar en mí —dijo mi amigo con un tono serio—, ¿Tú sientes lo mismo que ella? —Me quedé callado pensando en la respuesta.
—No, Luis. No estoy buscando nada, ni antes ni ahora. Acabo de regresar a la vida y lo que menos tengo en mente es tener novia. Por favor, dejen de preguntarlo.
—Está bien —respondió bebiendo de su refresco—. Mira, somos tus amigos, puedes confiar en nosotros, y para situaciones así nunca debes de guardarte lo que sientes —Se puso de pie—. Pero bueno, es tiempo de celebrar tu regreso.

Después de unas horas la fiesta terminó. Era de noche y estaba exhausto, más de lo normal, así que al poco tiempo me quedé dormido. El siguiente día era sábado, por lo que no tenía que preocuparme por la escuela, y podía concentrarme en probar mis poderes, aunque no quería que mi familia se enterara de esas habilidades, si lo descubrían iban a enloquecer, pues ellos creían que los metahumanos eran en su totalidad malvados, y no quería que me echaran de la casa tan pronto. Lo que todos nos contaban era que la gente como yo había causado la crisis del 2020, y a pesar de que mencionaban que algunos humanos alterados lucharon por defender al mundo antes y durante la crisis, siempre pasaban por alto ese detalle, y ofendían con mucho prejuicio a cualquiera que tuvo poderes, así que no podía dejar que descubrieran los míos por su seguridad, pues todos los metahumanos habían sido exterminados durante el metaholocausto, pero por alguna razón, algunos aparecimos de nuevo.

Desperté temprano, a las cuatro de la madrugada, mi familia, como era costumbre en fines de semana, iba a permanecer dormida hasta las diez u once, aproximadamente, así que tenía tiempo. Tomé un paliacate para cubrirme el rostro en caso de que alguien escuchara o viera lo que iba a hacer, salí de mi casa y me dirigí a una pista de ciclismo de unos diez kilómetros. Me preparé para correr, respiré profundamente, y antes de empezar miré hacia un auto en movimiento a mi derecha, afuera de la pista, iba a una gran velocidad, y en cuanto comencé a correr, conforme yo aceleraba, las ruedas del vehículo parecían ir deteniéndose progresivamente al igual que todo alrededor, a pesar de que ante mis ojos el tiempo fluía de manera normal. Miré mis brazos mientras me movía, unos rayos rojos me recorrían, a la vez de que al moverme a esa velocidad sentía una corriente eléctrica alrededor de mi cuerpo, una sensación de felicidad y entusiasmo me invadía. Le di siete vueltas a la pista cuando sentí un mínimo de fatiga. Miré mi celular, que monitoreaba mi ritmo cardíaco, pero me sorprendió ver un valor tan elevado. Cuando dejé de correr, todo volvió a moverse con normalidad. Así que ya sabía lo básico sobre mis poderes y cómo usarlos, sólo debía descubrir para qué usarlos.

Quise regresar a mi casa, pero de nuevo mis tenis estaban desgastados y había algunas llamas en mi ropa, por lo que me sentía muy incómodo como para volver a correr, no podía usar mis poderes por mucho tiempo para evitar que ocurriera de nuevo. Volví caminando a casa, aunque lo hice por callejones para evitar que la gente me viera casi desnudo, evitar miradas incómodas y también evitar que cualquier persona que me hubiera visto corriendo me siguiera; sería un gran error.

Estaba consciente de la situación en la que se encontraba mi localidad, pero aun así decidí arriesgarme. Era de esperarse que algún criminal me seleccionaría como su próxima víctima. Mientras caminaba logré percatarme de que dos hombres estaban detrás de mí, yendo por los mismos lugares que yo. Sentí ansiedad, pero sabía que no iban a poder hacerme nada si los atacaba con mis poderes. Me quedé quieto un momento, fingiendo distracción, para que quisieran aprovechar y atacarme desprevenido. Cuando se acercaron lo suficiente me hablaron, diciendo que me diera la vuelta y exigiendo que les entregara mi dinero y mi celular.

Uno de ellos sacó una navaja y me amenazó, el otro se puso detrás de mí para que no intentara escapar, me comencé a poner nervioso, pero sabía qué debía de hacer. Si le arrebataba la navaja al atacante enfrente de mí, la podría usar para atacar al de atrás con ella, y luego golpear al otro de vuelta, dejándolos a los dos inconscientes, entonces escaparía. Me moví rápidamente para arrebatarle la cuchilla al hombre, lo empujé y me di la vuelta, quise apuñalar al otro tipo, pero me quedé estático, era más fácil pensarlo que hacerlo. El criminal que llevaba la navaja me golpeó por detrás, tirándome al suelo, y entonces los dos me patearon en repetidas ocasiones, dejándome muy herido. Me costaba trabajo respirar, pero lógicamente no les importó a mis atacantes, quienes continuaron hiriéndome. Había gente que pasaba ocasionalmente al lado de nosotros, pero pasaban de largo, a pesar de mis intentos por extenderles la mano pidiéndoles ayuda. Antes de irse, cuando ya me encontraba casi completamente inmóvil, los asaltantes buscaron en mis bolsos y solamente encontraron un celular, el cual tenía la pantalla rota por el ataque, así que me lo arrojaron a la cara y se marcharon. Algunas personas siguieron pasando, pero ninguna me prestaba atención, aunque intenté pedir ayuda, pero fue en vano, pues el pecho me dolía en cuanto intentaba decir algo, y no podía quitarme el brazo del estómago, a menos que me quisiera exponer a vomitar, pues sentía desde la garganta un sabor a sangre y bilis. Con el paso del tiempo, el dolor fue disminuyendo, y eventualmente pude extenderle la mano a una chica en busca de ayuda, fue la primer persona que pasó cerca cuando me sentí en condiciones de levantarme. Aun así, no dejaba de sentirme completamente debilitado.

El Arácnido, el Soldado y el velocista: Tres historias de origenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora