Amigo perdido - Spider-Boy

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Pasaron más de 30 días sin noticias de Brandon, mi cumpleaños y el suyo ocurrieron sin celebrar nada, pues no sentíamos que fuese el momento de hacerlo; y en la escuela comenzaron a extrañarlo. Desde el día de la pelea, los alumnos, no sólo de mi salón sino de toda la escuela, comenzaron a celebrar que los bravucones ya no estaban, pero tras escuchar las palabras de Troy Ashford, también me empecé a preocupar por ellos. Las celebraciones se hicieron tan radicales, que comenzaron a tildar al resto de chicos de intercambio, especialmente estadounidenses, como los malos; Hannah era la única a la que aceptaban a duras penas, pero la incomodidad era más que evidente. Mi escuela pasó a ser un lugar xenofóbico, incluso incentivado por algunos profesores. Con el paso del tiempo, esto era cada vez más y más palpable.

Por mi cuenta estuve buscando a mi amigo durante muchos días, pero era en vano, pues nunca encontré ninguna pista que me llevara a su paradero, ya que todo me llevaba a lo mismo. Las huellas de neumático, la camioneta oscura, el tratamiento de Charles y Jayden, y una constante paranoia que sentía en todo momento no hacían más que apuntar a un lado: Ashcorp.

Entrenaba seis días a la semana, los domingos eran mi único día de descanso, los demás días iba a la escuela de 7 AM a 1 PM, y luego dos horas para practicar cada una de las cinco artes marciales a las que me había inclinado a aprender, un total de diez horas de entrenamiento, por lo que mis tutores me felicitaban por mi esfuerzo, pues al practicar varias disciplinas, el conocimiento se complementaba y me permitía avanzar más rápido. Llevaba mi cuerpo al límite, el resto de la noche aprovechaba para entrar en peleas callejeras y poder conseguir dinero para pagar mis centros de entrenamiento. Si faltaba a una de ellas, usaba las dos horas correspondientes para estudiar programación con los libros de la carrera de mi cuñado. No me relacionaba con mis compañeros, mi único objetivo era aprender más, incluso dejé de hablar con Hannah por un tiempo.

Un domingo por la madrugada, saliendo de una pelea para irme a dormir, mientras contaba el dinero que había ganado, escuché los gritos de un hombre mientras otra persona lo obligaba a callarse, me acerqué a ver el suceso, que evidentemente era un asalto. Cínicamente pensé que ese hombre podría arreglárselas solo, pues los robos ocurrían todo el tiempo en todo el mundo, así que detener uno no cambiaría nada. Me fui del lugar, pero la víctima no dejaba de gritar. Mientras caminaba, guardé mi dinero, y seguí adelante hasta que escuché una detonación acompañada de un destello que cubrieron de silencio a toda la colonia; supe de qué se trataba.

Después de un tiempo, una patrulla llegó a la escena, yo sólo pude subir a la azotea de una casa, vigilando desde las sombras en las alturas. De cierto modo, había sido cómplice de ese asesinato. Las unidades policiales interrogaron a las pocas personas que pasaron por ahí a esas horas, muchos eran indiferentes a pesar de tener un cadáver al lado suyo en la banqueta, todos ellos probablemente pensaban lo mismo que yo en su momento: «Es su problema». Con el pasar de las horas, decidí dejar de darle vueltas al asunto y regresar a mi casa, sin declarar nada ante los oficiales.

Durante el camino, observé mi ropa, desgastada pero llamativa. Todos los que me veían por la calle soltaban una pequeña risa, creyendo que era un friki que se vestía como su personaje de ficción favorito. Me enfoqué sólo en mi respiración y continué con mi camino, observando el suelo fijamente, aferrándome a cada pertenencia mía como de costumbre, sólo quería llegar a casa. Mis padres estaban ahí, angustiados por mí.
—¿Sabes qué hora es? ¡Son casi las cuatro de la madrugada! —gritó mi padre enojado—. Tus clases de karate y todo lo demás que haces no deberían de tardar tanto.
—No es para tanto. Técnicamente es temprano, es un nuevo día —respondí sarcástico—. Sé la hora que es y por eso ya me voy a ir a dormir. Creo que todos deberíamos hacerlo, en vez de quedarse esperando a alguien más —añadí. Mi padre me dio una bofetada, ahora no hubo nada que me lo advirtiera; me lo merecía.
—No se vale que nos trates así, estás frustrado por lo de Brandon y te entendemos, pero no tienes que desquitarte con nosotros porque igual estamos preocupados. Y no queremos preocuparnos por ti también si sigues saliendo así, ¿Entendiste? —dijo mi madre—. Si de algo sirve, tu papá le contó a la agencia.
—¿Y qué crees que harán? A.H.E.S.I.I no es municipal, y Brandon no es relevante para ellos. Mi padre está retirado y no harán nada por nosotros, menos después del caso Revenge —Ambos suspiraron profundamente antes de responderme...

El Arácnido, el Soldado y el velocista: Tres historias de origenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora