Capítulo 5

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 Jackson Romanov.

— ¿Cómo está?— pregunto a la enfermera de la mansión quién está revisando el cuerpo de Nick.

— Está estable, la bala no traspaso ningún órgano.— dice curando la herida.

— Bien. Si despierta me avisa de inmediato.— salgo de camino a mi oficina donde tengo a Mark Romanov esperando una conversación conmigo y con su otro hijo.

Aparece después de tanto tiempo, tengo por seguro que algo quiere, no me resulta normal que el se encuentre aquí solo por placer de verme o algo por el estilo, tengo que investigar que quiere.

—Ya me tienen aquí.— digo entrando y tomando asiento enfrente de los dos.

— Bien. Jackson, cuanto has crecido, te pareces a mí, has hecho de las mafias unas maravillas.— habla Mark.

—Eso ya lo sé. No hace falta que me menciones lo que ya sé qué hago bien.

— Veo que aún me guardas rencor, tu hermano ya me perdonó.— dice hipócritamente.

Hace un año, me encontraba en la biblioteca buscando unos acuerdos, en unos de esos folder encontré algo que hubiese deseado nunca ver, era una orden de asesinato, un acuerdo entre Ben Bianchini y mi padre donde acordaban matar a mi madre para poder quedarse con el poderío total de la mafia Negra. Pero Bianchini nunca pensó que mi padre lo traicionaría y lo termino matando que dándose Mark con todo el poder.

— Mataste a madre.— menciono sirviendo whisky en un vaso tomando el líquido.

— Para salvarse algunos, otros tienen que morir.— No aguanto y le doy un golpe fuerte que aunque el intente de frenar le pega haciéndolo tambalear.

—¡No sé con qué malditos huevos vienes aquí a enfrentarme!— digo enojado. Michael se queda quieto en su lugar.

—Quiero arreglar las cosas hijo.— Dice.

— Ya no tienes el maldito privilegio de llamarme hijo.— respondo.

— Joder, solo te vengo a pedir disculpas y así me tratas.— se hace el ofendido.

— Jackson, dale una oportunidad, perdónalo, por todo lo que ha hecho por ti, hazlo por madre, ella lo hubiese perdonado.— pide Michael

— Bien lo dijiste, Madre lo hubiese hecho, pero adivina que, ella está muerta gracias a ese maldito cabrón de mierda.— trato de calmarme para no meterle un tiro a Mark entre ceja y ceja.

— Por favor hijo, solo quiero que me perdones y volvamos a estar unidos como antes.— solicita.

Debería perdonarlo, debería darle una segunda oportunidad, me ayudaría en el asunto de traficar a Corea del norte, el es muy amigo del presidente o más bien dictador, me ayudaría a despistar y podría tomar el país como vía segura para el transporte.

— Bien. Te doy una segunda oportunidad, con una condición.— digo entrelazando mis dedos.

—¿Cuál?— responde interesado.

— Quiero transportar y tener como vía segura a Corea del norte.— demando.

— Si es lo que quieres, eso tendrás.— se levanta y sale a hacer los arreglos para darme a Corea del Norte.

—¿Por qué le pediste eso? ¿No podías perdonarlo así nada más?— se levanta.

— Por cosas como esa, yo manejo las mafias y tú me sirves.— salgo de la oficina sin mirar atrás.

Me dirijo a la bodega que tengo cerca de la casa porque quiero entregar personalmente un cargamento, puesto que Nick no puede hacerlo.

Llamo a las personas que recibirán el paquete para que lleguen a la bodega.

Una hora después llegan con su seguridad, en tres camionetas blindadas, todos se desmontan y luego veo a mi cliente, el secretario de estado. El revisa el cargamento viendo que está completo y luego dice.

— Siempre es un placer hacer negocios con usted señor Romanov.— me estrecha la mano.

— Con tal de que usted no me traicione todo seguirá como esta. — tomo su mano.

—No dude de mi lealtad.— dice y se va. 

Vuelvo a la casa y cuando estoy por subir por las escaleras la enfermera me detiene diciendo que Nick ya había despertado, voy donde el se encuentra y en efecto está despierto.

— Al parecer aún no me deshago de ti.— me siento a su lado.

— Nah, aún te queda mucho por ver a mi hermosísima persona. — se sienta.

— Mark quiere que lo perdone.— suelto.

— Conociéndote no lo hiciste.— se detiene a verme un rato.— espera, sí, lo hiciste ¿Por qué?

— Necesito a Corea del Norte, la necesito antes que los de la Yakuza.— me excuso.

— Espero y no te arrepientas de perdonarlo.

— Eso espero también. 

Supongo que las personas se equivocan y cometen errores, errores los cuales tarde o temprano hay que perdonar

La Mafia Roja #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora