Hannah Baker jamás imaginó que un día normal podía cambiar tanto. Acostumbrada a trabajar y mantener a su hermana, había olvidado lo que desea realmente hacer con su vida.
Por suerte, el Doctor le mostrará que el mundo es mucho más que trabajo y re...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hannah miró las puertas que había en el pasillo: baño, laboratorio, sala de música, archivo, sala de objetos perdidos... ¿Dónde estaba las habitaciones? En algún lugar dentro de la inmensidad que era la TARDIS debían estar los dormitorios. El Doctor le indicó donde se encontraban pero lo había olvidado, lo único que recordar era que su nombre aparecería en la puerta, así que se dedicó a mirar todas las puertas en busca de su nombre.
-¿Problemas de orientación?
El Doctor la había seguido desde que le dio las indicaciones y giró hacía el pasillo incorrecto, rodó los ojos con diversión, cargaba una mochila en su espalda, parecía una senderista pérdida. Ella sonrió avergonzada.
-La TARDIS es más grande de lo que esperaba. -era cierto, parecía inmensa por dentro, era más fácil perderse de lo que esperaba.
-Sígueme. -él caminó sin esperar a que la siguiera.
Ella aceleró el pasó para no perderlo, lo seguía a su lado, mirando a su alrededor. Todos los pasillos se veían iguales. Se había equivocado de pasillo, debía haber subido unas escaleras de caracol para llegar a la parte de arriba. Allí estaban las habitaciones. La puerta del fondo de aquel pasillo, era grande y ornamental. Tenía unos símbolos que la TARDIS no traducía, como unas esferas extrañas, parecían símbolos que jamás había visto. Al lado, había otra puerta igual de ornamental y clásica: Hannah. Su dormitorio.
El Doctor miró la habitación del fondo y luego la de ella, con una expresión confusa en el rostro. ¿Por qué ambas habitaciones estaban juntas? No era normal, no debería estar ahí. Ella agarró la manija dorada y abrió la puerta, ansiosa por ver el interior. Jamás imaginó ver algo tan hermoso. ¿La TARDIS había creado esa habitación para ella?
Todo estaba lleno de color y vida, era una mezcla entre el blanco, dorado y rojo. La cama tenía sábanas rojas y la estructura era de madera oscura, igual que el armario y la mesa. No podía reconocer el estilo de la habitación, parecía clásico en algunos puntos y renacentista en otros. Era algo nuevo que jamás había visto, un estilo nuevo, un diseño nuevo que la hizo sonreír ampliamente.
-Es precioso.
Hannah se adelantó y dejó la mochila en el suelo. Se sentó en la cama sintiendo la suavidad de las sábanas. Miró al Doctor, parecía mudo y se había quedado en la puerta de la habitación estático como una estatua con una mirada de sorpresa y una expresión de desconcierto. Él, después de tantos años si reconocía el estilo, ¿como no reconocer su hogar? Aquella habitación tenía el estilo de Gallifrey, era como una habitación común para alguien de la alta sociedad. Sintió demasiada nostalgia al mirar la habitación. La TARDIS nunca había hecho algo así con ningún acompañante, no entendía la razón, porque con ella, porque ahora, porque esa habitación...
Pero ¿qué importaba? Cuando vio sus ojos brillar de ilusión, cuando vio aquella sonrisa amplia, como tocaba cada objeto,... Merecía la pena y quizá entendió un poco más a la TARDIS.
