Hannah Baker jamás imaginó que un día normal podía cambiar tanto. Acostumbrada a trabajar y mantener a su hermana, había olvidado lo que desea realmente hacer con su vida.
Por suerte, el Doctor le mostrará que el mundo es mucho más que trabajo y re...
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La TARDIS estacionó en Cardiff, Jack y Rose charlaban cerca del panel de control, mientras Hannah salía fuera de la nave, escribió un mensaje a su hermana de que estaría allí. Había pasado 6 meses desde que la vio por última vez, aunque nunca habían perdido el contacto, siempre mandando mensajes o llamándose, aunque a veces la extrañaba. Se sentó en el borde una fuente mirando la plaza. Josephine había seguido con su vida como si ella solo se hubiera ido de vacaciones al extranjero, tenía una vida normal con preocupaciones normales. Su vida jamás correría el mismo peligro que la suya. Quizás eso fuese lo mejor.
El Doctor había salido con ella y se había sentado a su lado, era extraño tener un momento de paz y tranquilidad como ese. Simplemente en silencio, sintiendo la brisa fría marina...
¿Por qué había parado en Cardiff? Bien, desde que Gwyneth dio su vida para sellar la grieta, aquella zona desprendía energía ideal para recargar la TARDIS, por así decirlo. No era nada peligroso para humanos, pero era útil para la nave.
Ella se quedó mirando la TARDIS, para ser una nave del tiempo y del espacio tenía un diseño peculiar. Él se dio cuenta de su mirada curiosa, quizá últimamente la observaba más de lo que debería. Se había dado cuenta de cómo sus ojos brillaban cuando algo llamaba su atención y por lo general, después de aquel gesto venía una pregunta.
-¿Por qué la TARDIS tiene esa apariencia?
-La TARDIS tiene un circuito camaleónico, se mimetiza allá donde vaya, pero cuando aterricé en 1960 y se disfrazó el circuito de atasco.
-¿Desde entonces tiene esa apariencia? ¿Nunca has pensado en arreglarlo? -ella lo miró.
El Doctor era lo suficientemente inteligente y habilidoso como para poder arreglarlo, ella no dudaba de que no pudiera hacerlo.
Él se encogió de hombros.
-Me gusta así, tiene su estilo ¿A ti no? -él la miró, encontrándose con aquellos ojos avellanados mirándolo con interés.
Medito aquellas palabras, lo cierto es que tenía su estilo. La cabina azul se había convertido en su seña de identidad.
-Tiene su encanto. -dijo ella sonriendo.- Me gusta.
No podía imaginar a la TARDIS de otra manera. Los dos se miraron en ese momento, como si esa frase no hubiera sido para la TARDIS. Ella no se dio cuenta de sus palabras hasta que sintió sus ojos brillar. Sus mejillas empezaron a enrojecerse.
-¡Hannah! -gritó Josie en la distancia.
Ella se levantó bruscamente, sobresaltada pero agradecida por lo oportuna que había sido. Intentó convencerse que no tenía sentido, todo lo que sentía lo resumió en cariño y admiración por viajar y vivir aventuras a su lado. Se repitió aquellas palabras hasta creérselas, por qué el Doctor... no era alguien a quien pudiera amar sin sufrir.
