Hannah Baker jamás imaginó que un día normal podía cambiar tanto. Acostumbrada a trabajar y mantener a su hermana, había olvidado lo que desea realmente hacer con su vida.
Por suerte, el Doctor le mostrará que el mundo es mucho más que trabajo y re...
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Cayeron atrás tumbados en el suelo cuando la TARDIS aterrizó bruscamente en algún del tiempo y del espacio. Los tres reían y ni siquiera sabían por qué. Quizás la caída no tenía sentido, simplemente uno tropezó y arrastró al resto. Antes de levantarse vio al Doctor extendiendo su mano para ayudarla, la aceptó, agarrandola con firmeza. Él tiró de ella para levantarla del suelo. Las situación entre los dos estaba un poco tensa o al menos a sí lo sentía ella. Después de besarse, ambos evitaban encontrarse a solas, era como si hubiera una necesidad de repetir el momento.
Salieron de la TARDIS con la idea de estar en 1978, pero nada más salir unos soldados a caballo los apuntaron con armas de fuego. Alzaron las manos inconscientemente. Aquello no parecía ser 1978. Estaban en una pradera, verde y frondosa, el cielo estaba nublado y el ambiente se sentía húmedo y frío. Al parecer el Doctor lo había vuelto hacer, se había equivocado. Hannah estaba acostumbrada a ello, de hecho le parecía divertido que la TARDIS decidiera su próximo destino.
-1879... -murmuró el Doctor con solo mirar el uniforme de los soldados.
-Casi lo mismo. -dijo Hannah rodando los ojos.
-Explique su presencia y la desnudez de estas chicas. -dijo uno de los soldados, su acento se escuchaba diferente.
Hannah se revisó, su ropa no era escandalosa, llevaba una camiseta oscura, una chaqueta negra y unos vaqueros con unas deportivas. No iba provocativa ni desnuda, pero claro, aquello era raro en 1879.
-¿Estamos en Escocia? -preguntó el Doctor al notar el acento.
-Como no puede notarlo. -el soldado lo miró como si estuviera loco.
-Estoy confuso y aturdido. He perseguido a estas niñas desnudas por colinas y valles. -dijo el Doctor con un tono divertido, incluso su acento sonó distinto.
-Oh sí, es bastante insistente. -dijo Rose divertida, siguiendo su juego.
-¿Quienes son? -preguntó el soldado.
-Soy el Doctor James McCrimmon de la ciudad de Balamory. Tengo mis credenciales ¿me permite? -el Doctor llevó la mano al bolsillo de su abrigo. Sacó el papel psíquico y lo mostró. El soldado bajo el arma y examinó el papel.- Tengo un doctorado de la Universidad de Edimburgo. Hice mis prácticas con el mismísimo doctor Bell.
-Diles que se acerquen -dijo la mujer en el carruaje.
Los soldados bajaron sus armas y uno de ellos los guió hasta la puerta del carruaje, al abrir solo vieron a una mujer. Hannah no la reconoció al principio, pero a juzgar por el vestido y las joyas era alguien de muy alta nobleza y poseía mucha riqueza. Así que hizo una reverencia, de algo debía servir todos los libros de fantasía histórica que había leído.
-Hannah, Rose, os presento a Su Majestad la reina Victoria emperadora de la India y defensora de la fe. -presentó el Doctor.
-Hannah Baker, mi señora. Lamentamos está poca decencia en su presencia.
