1. La cabina azul.

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La cocina estaba hecha un desastre, se notaba que había vivido tiempos mejores. Era un lugar hogareño, no podía decirse qué era moderno, puesto que los muebles eran antiguos y estaban un poco descuidados, debido más al desorden que a la falta de limpieza. Entre los paños de cocina sin colocar y los paños sucios que había en la mesa de la cocina, una joven de cabello rubio estaba desayunando, ante ella había un cuenco de cereales con leche que removía distraídamente. Su mente estaba perdida en las tareas que tenía que hacer en la universidad, debía entregar un trabajo esa mañana. 

La casa estaba demasiado silenciosa, hace unos años, sobre esa hora, estarían preparándose para salir. Su padre se habría ido temprano y su madre estaría preparando el desayuno mientras ella y su hermana se preparaban para ir a clase. Pero ahora no había más que silencio. No había risas, ni bromas por las mañanas. Se sentía extraño y vació...

Miró con cierto disimulo cómo su hermana mayor entraba en la cocina con prisa interrumpiendo sus pensamientos. Su cabello parecía un revuelto de rizos castaños, normalmente se hacía algún tipo de recogido como un moño, pero no tenía tiempo. Últimamente, sentía que le faltaba el tiempo para muchas cosas. Ni siquiera la miró aunque ya sabía que se encontraba ahí. Vestía un pantalón negro y una camiseta negra, su uniforme de trabajo. Siempre llevaba deportivas, en ese caso, también oscuras, pasaba demasiado tiempo de pie y valoraba más un calzado cómodo que el aspecto. 

-Buenos días. -dijo Hannah con tono alegre, aunque sus ojos se veían cansados. Aquella noche se terminó un libro que comenzó el día anterior, demasiado interesante como para dejarlo a la mitad. 

Sabía que no debía hacer eso, su tiempo era muy limitado, pero había demasiadas cosas que deseaba hacer. El día no debía tener 24 horas. 

Fue directa al frigorífico donde agarró un donnut de chocolate y lo mordió, apoyando su cuerpo en el electrodoméstico por unos minutos. Su hermana movió la cabeza saludándola, tenía las mejillas hinchadas, llenas de comida.

-Si no te das prisa llegarás tarde a la universidad. -regañó Hannah.

No tuvo que mirar el reloj en su muñeca para saber qué hora era.

Por lo general le desagradaba llevar cualquier tipo de joyería, no acostumbraba a llevar pendientes o pulseras, así que no solía llevar nada similar encima. Salvo por su reloj en la mano izquierda, un regalo de su padre y un guardapelo de oro viejo que siempre llevaba consigo, bajo la ropa. No recordaba quién se lo había regalado, simplemente siempre estuvo con ella, como una reliquia familiar. Le gustaba sentir el calor del guardapelo en su piel. A veces incluso olvidaba que lo llevaba consigo.

My Time Lord (Doctor Who x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora