JASON.
La cargué sobre mi hombro hasta dejarla dentro del auto, otro que había conseguido gracias a Talia, y después de ponerle una manta encima cerré la puerta.
No voy a mentir, se me pasó por la mente el encerrarla en el baúl del auto pero con lo loca que debe estar seguramente hubiera abierto con la palanca y arrojado a la carretera sin importarle nada.
Conduje lejos de Gotham, sabía que a este punto Batman y su squad de mimados debían estar persiguiéndome. Lastimosamente para ellos estoy tres pasos por delante, arranqué el pedazo de metal que ese niño de mierda me metió en el brazo y lo clavé en la de un turista que hacía un viaje al aeropuerto. Quisiera ver sus caras en cuanto se dieran cuenta, pero la vida no era tan satisfactoria.
Tomé el espejo con mi mano y lo acomodé para ver mejor la parte trasera, le di un vistazo a la rubia sintiéndome un poco culpable, solo un poco. No era su culpa tener un padre de la reverenda mierda, pero era mi único boleto fiable hacia él.
Seguí el camino y conduje pasando el cartel de Blüdhaven, no me detuve hasta que llegué a la casa de aspecto normal en un vecindario vacío en medio de la noche. Blüdhaven era la ciudad del caos y el crimen, no habían cámaras por ningún lado y eso me facilitó la parte de bajar el cuerpo vulnerable del auto. La cargué con la manta tapándola por completo y pude jurar que si alguien me viera en este momento pensaría que me deshago de un cadáver.
Camino hasta llegar al pórtico de la casa roja y saco las llaves de mi bolsillo, inclinándome para abrir la puerta, lo que provocó que su cabeza chocara contra la pared pero siguió inerte en su profundo sueño.
Eso fue un fuerte golpe.
Suspiro y pateo la puerta para poder entrar de una vez, estoy por dar un paso pero me detengo antes de que su cabeza vuelva chocar contra el marco de la puerta.
No, no queremos que se ponga más loca de lo que ya está por culpa de unos golpes.
Pero luego recapacito.
No, tal vez los golpes en la capaz le devuelvan la cordura.
Me quedo observando la silueta bajo la manta que cargo, escuchando al pequeño angelito decirme que debía ser cuidadoso mientras que el pequeño demonio me gritaba que se jodiera.
Mmm, siempre hago caso al segundo.
Pero la tomo con fuerza y la sacudo hacia arriba hasta que su cabeza queda escondida en el hueco de mi cuello. Vuelvo a suspirar y por alguna razón me siento enojado conmigo mismo por hacer eso.
Entro a la casa y cierro la puerta detrás de mí volviendo a poner el seguro, el que era mayor de lo normal, aproximadamente diez diferentes tipos de seguro que estaban desde el lado de adentro. Esta casa la había encontrado abandonada hace años y decidí reformarla para que se volviera una especie de búnker, donde nadie más que yo podía entrar sin ser asesinado, decapitado, mutilado o quemado.
Recorro el pasillo, pasando de largo la sala que no era para nada lo que debería ser una sala, voy al final del pasillo y abro la puerta bajando las escaleras en oscuro hasta meterme al búnker, presiono un botón en la pared y el generador se enciende junto con las luces de la casa. Camino hasta quedar frente al tubo de metal que está unido al techo, bajo a la rubia y la siento, dejando su espalda contra el tubo. Voy por una de las esposas de la mesa donde dejo mis armas, después regreso para agacharme detrás de ella y ponérselas, arranco el cinturón que traigo puesto en mis pantalones, lo cruzo por delante de su rostro hasta que el cuero cubre su boca y lo ajusto hasta que su cabeza se afirma contra el tubo.
Me alejo en cuanto terminó de amarrarlo detrás de su cabeza, la veo unos segundos y noto que su peluca está algo desacomoda mientras los mechones caen sobre su rostro, el vestido rosado con líneas negras se había subido hasta por encima de sus muslos, dejando ver su ropa interior. Volví a suspirar y agarré la manta que estaba sobre sus pies, la extendí y la coloqué sobre su regazo tapando sus piernas.
Volteé y fui hacia la mesa, tomé los extremos del casco hasta que escuché el sonido del metal abriéndose y tiré hacia arriba. Lo dejé sobre la mesa y desprendí el segundo cinturón con armas que llevaba en la cintura dejándolo sobre la mesa junto a lo demás, estiré los brazos hacia atrás y por debajo de la chaqueta de cuero negro saqué otro estuche con un arma automática. Me despojé de cada una y las dejé sobre la mesa, pero no me relajé hasta que me saqué la chaqueta, entonces me quito el chaleco antibalas y suspiro nuevamente.
Paso una mano por el rostro y froto mis ojos con los dedos tratando de quitarme el cansancio de la vista.
Entonces escucho quejas de la femenina detrás de mí, me quito la mano del rostro y apoyo amabas sobre la mesa, escuchando el sonido de su desesperación y las cadenas de las esposas chocando contra el tubo de metal, intenta hablar pero las palabras se ahogan en el cuero que rodea su boca
—Estamos en Blüdhaven. —respondo lo que sé que intentó preguntar.— Estoy ideando la mejor manera de tomar desprevenido a tu padre. —vuelve a decir algo que se ahoga en su garganta.— Descuida, tan rápido como encuentre la mejor manera lo verás y te dejaré ir.
Volteo a verla, apoyando mi cadera contra la mesa y me cruzo de brazos analizándola con detenimiento, tendría que conseguir su ficha de nacimiento pero aún así podía jurar que tenía entre diecinueve y veintidós, tenía los ojos azules y el mechón real de su cabello que caía por su mejilla era rubio, sin todo ese maquillaje decorativo, esa peluca y esa vestimenta estaba seguro que luciría como una universitaria normal que acaba de ser secuestrada por un criminal.
Lastima que ninguno de los dos es normal.
Vuelve a decir cosas y por la manera en la que me mira debe estar insultándome en diferentes idiomas. Sonrío y tomo un cuchillo de la mesa, entonces ella calla rápidamente y estrecha los ojos mirándome con sospecha, juego con el arma blanca entre mis dedos mientras la observo con atención.
El Joker la quiere, tal vez a este punto alguien ya le hubiera avisado que su niña cayó en mis manos.
—Te pareces a Harley así, ¿sabes? —hablo, y ella alza una ceja.— Cuando te enojas con toda esa decoración de navidad encima. —la señalo y pone los ojos en blanco antes de volver a hablar con claro enojo.— No me interesa qué tipo de decoración es. —rechisto, y ella rueda los ojos enojada.
La veo repasar el lugar con la mirada y entonces se detiene en la pared llena de armas que probablemente deberían estar en un búnker militar, entonces vuelve a mirarme y al no escucharla decir nada comprendo que me está recorriendo la apariencia. Inclino levemente la cabeza hacia la derecha y entrecierro los ojos tratando de advertirle que deje de mirarme de esa manera.
A parte de loca también pervertida.
»Deja de mirarme, chica. —me alejo de la mesa y lanzo el cuchillo de nuevo sobre la mesa, ella se queja por mi última palabra pero no le doy mucha importancia.— No me interesa.
Giro hacia ella y la miro unos segundos, me devuelve la mirada con curiosidad y siento que está intentando comunicarme algo pero no comprendo. Supongo que ella nota la manera en la que arqueo el entrecejo hacia abajo y hago una pequeña mueca confundido, entonces ella patea la manta y me muestra sus piernas juntando sus muslos. Siento que mi atención se pierde en el gesto que hace con ellos al frotarlos y volteo rápidamente la mirada hacia las escaleras, fingiendo que debía hacer algo más.
—Hay un baño arriba, te llevaré más tarde. —camino hacia la escalera pero ella se queja y se sacude. Me detengo, suspiro y paso una mano por mi rostro cansado.— Maldita sea. —gruño, antes de voltear y caminar hasta quedar a su espalda.— Si intentas algo te meteré más anestesia.
Ella solo se queda callada y espera a que me agache por detrás para quitarle las esposas.
Maldito sea el Dios que les dio a las mujeres el poder de ser increíblemente manipuladoras.
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Te entiendo Lucy, yo también...
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SIBILINO | JASON TODD [1]
Fanfiction❝ CUANDO PISAS EL INFIERNO, YA NADA PUEDE MATARTE. ❞ Lucy es una de las muchas bailarinas exóticas del club nocturno Perfect Dolls, pero ahí se esconden varios fugitivos de la ley y los problemas no tardarán en caer sobre ella. LUCY QUINN x JASON TO...