xvi | goodbye, chb

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   El 4 de julio, todo el campamento se reunió junto a la playa para asistir a unos fuegos artificiales organizados por la cabaña 9

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   El 4 de julio, todo el campamento se reunió junto a la playa para asistir a unos fuegos artificiales organizados por la cabaña 9. Dado que eran los hijos de Hefesto, no se conformarían con unas cutres explosioncitas rojas, blancas y azules.

Habían anclado una barcaza lejos de la orilla y la habían cargado con cohetes tamaño misil. Según Annabeth, que había visto antes el espectáculo, los disparos eran tan seguidos que parecerían fotogramas de una animación. Al final aparecería una pareja de guerreros espartanos de treinta metros de
altura que cobrarían vida encima del mar, lucharían y estallarían en mil colores.

Mientras Annabeth, Percy y yo extendíamos la manta de picnic, apareció Grover para despedirse. Vestía sus vaqueros habituales, una camiseta y zapatillas, pero en las últimas semanas tenía aspecto de mayor, casi como si fuera al instituto. La perilla de chivo se le había vuelto más espesa. Había ganado peso
y los cuernos le habían crecido tres centímetros, así que ahora tenía que llevar
la gorra rasta todo el tiempo para pasar por humano.

—Me voy —dijo—. Sólo he venido para decir… Bueno, ya sabéis.

Intenté alegrarme por él. Al fin y al cabo, no todos los días un sátiro era autorizado a partir en busca del gran dios Pan. Pero costaba decir adiós. Sólo conocía a Grover desde hacía unos meses, pero igual me preocupaba.

Annabeth y yo le dimos un abrazo y Annabeth le recordó que no se quitara los pies falsos.

Percy le preguntó dónde buscaría primero.

—Es… ya sabes, un secreto —me contestó—. Ojalá pudierais venir conmigo, chicos, pero los humanos y Pan…

—Lo entendemos —le aseguró Annabeth—. ¿Llevas suficientes latas para el camino?

—Sí.

—¿Y te acuerdas de las melodías para la flauta?

—Jo, Annabeth —protestó—. Pareces tan controladora como mamá cabra.

Agarró su cayado y se colgó una mochila del hombro. Tenía el aspecto de cualquier autoestopista de los que se ven por las carreteras.

—Bueno —dijo—, deseadme suerte.

Nos abrazó otra vez y Percy le dió una palmada en el hombro y se alejó entre las dunas.

Los fuegos artificiales surgieron entre explosiones en el cielo: Hércules matando al león de Nemea, Artemisa tras el jabalí, George Washington (que, por cierto, era hijo de Atenea) cruzando el río Delaware.

—¡Eh, Grover! —le gritó Percy. Se volvió en la linde del bosque—. Dondequiera que vayas, espero que hagan buenas enchiladas. El sonrió y al punto desapareció entre los árboles.

—Volveremos a verlo —dijo Annabeth.

Intenté creerlo.

El hecho de que ningún buscador hubiera regresado antes tras dos mil años… En fin, decidí que prefería no pensar en aquello. Grover sería el primero. Sí, tenía que serlo.

¹ENEMY (PJO&HP)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora