ii | she wants to kill me

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PERCY

—Estáis metidos en un lío tremendo —nos dijo Clarisse

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—Estáis metidos en un lío tremendo —nos dijo Clarisse.

Acabábamos de terminar un pequeño tour por el barco, que habíamos hecho sin ningunas ganas a través de una serie de camarotes sombríos, atestados de marineros
muertos. Habíamos visto el depósito de carbón, las calderas y máquinas, que
resoplaban y crujían como si estuvieran a punto de explotar. Habíamos visto la cabina
del piloto, la santabárbara y las torretas de artillería (los sitios preferidos de Clarisse):
dos cañones Dahlgren a babor y estribor, y dos cañones Brooke a proa y popa, todos
preparados para disparar bolas de bronce celestial.

Allá donde íbamos, los marineros confederados nos miraban fijamente, con
aquellas caras fantasmales y barbudas que relucían bajo sus cráneos. Annabeth les
cayó bien en cuanto les dijo que era de Virginia. Al principio también se interesaron
por mí, por el hecho de llamarme Jackson, como el famoso general sudista, pero lo
estropeé al decirles que era de Nueva York. Todos se pusieron a silbar y maldecir a
los yanquis.

Tyson les tenía verdadero pánico. Durante todo el paseo insistió a Annabeth para
que le diese la mano, cosa que a ella no le entusiasmaba demasiado.

Por fin, nos llevaron a cenar. El camarote del capitán del CSS Birmingham venía a tener el tamaño de una despensa, pero aun así era mucho mayor que los demás camarotes del barco. La mesa estaba preparada con manteles de lino y vajilla de porcelana; había mantequilla de cacahuete, sandwiches de gelatina, patatas fritas y SevenUp, todo ello servido por esqueléticos miembros de la tripulación. A mí no me apetecía nada ponerme a comer rodeado de fantasmas, pero el hambre acabó venciendo mis escrúpulos.

Y, sentada en una silla de forma despreocupada, estaba la persona a la que había dejado en el Campamento Mestizo después de declararme.

—Arlette, tenemos visita —dijo Clarisse, Annabeth y yo intercambiamos miradas, ella mirándome mal y yo rogando internamente para que no se acordara que le había dicho que me gustaba mientras se estaba muriendo.

—Hola, Annie —saludó Arlette, miró a Tyson —Hola, eh, ¿Cómo te llamas? Estuve inconsciente durante un tiempo.

Me miró de reojo mal, ¡No fue mi culpa!

—Tyson —contestó Tyson.

—Pues, hola Tyson.

Tántalo os ha expulsado para toda la eternidad —interrumpió Clarisse con un
tonillo presuntuoso—. El señor D añadió que si se os ocurre asomaros otra vez por el
campamento, os convertirá en ardillas y luego os atropellará con su deportivo.

—¿Han sido ellos los que te han dado este barco? —pregunt
é.
—Por supuesto que no. Me lo dio mi padre.

—¿Ares?

¹ENEMY (PJO&HP)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora