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        Volver a Inglaterra había sido un error, un error que había sido bastante estúpida de cometer.

Quirón tenía razón, había que tener cuidado con las azafatas, una de ellas resultó siendo una dracanae a la que tuve que rebanarle la cabeza.

La estancia en el Caldero Chorreante había sido tranquila, fue probablemente lo único bueno de regresar a Inglaterra, podía visitar diariamente el Callejón Diagon, comía helado gratis cada media hora, hacía mis tareas en la heladería local y descubrí que soy jodidamente millonaria.

Sí, una gran sorpresa.

Los Potter tenían una gran fortuna, al ser James Potter estéril y adoptarme por sangre con un ritual antiguo de un viejo grimorio familiar, al ser la única descendiente, heredé todo el dinero. Resultó bastante interesante tener asientos en el Wizengamont y acciones en compañías millonarias dentro y fuera del mundo mágico. Incluso poseía un viñedo en Baja California que planeaba visitar una vez que llegara el próximo verano.

El bullicio me estaba volviendo loca, había más gente de la que podía soportar aquel primero de septiembre en el andén nueve y tres cuartos de King Cross.

Me fui directo al último vagón, dónde siempre me sentaba y me ponía a oír música con un viejo MP3, pero tras descubrir que prácticamente tenía mucho dinero, decidí mejor comprarme un teléfono y airpods.

Dirás, «¡Oh! ¡Pero Arlette, es peligroso por los monstruos!». Los monstruos me pelan todo mi semi divino huevo, no voy a privarme de lo maravillosa que es la tecnología con ellos. En Hogwarts no funcionaba muy bien la tecnología, no tenía ni wi-fi, pero para todo existen hechizos, quién lo diría, amo a los goblins.

Cuando entré al vagón, vestida con mis hermosos pantalones rasgados, el crop top de Radiohead que me había regalado Silena (mi amada tía), el bolso que utilizaría para todo en Hogwarts y Taylor Swift a todo volumen en mis audífonos, no esperaba encontrarme con un tipo dormido. Ni siquiera había arrancado el tren y ya se había dormido, me acomodé las gafas y me percaté del nombre en mi maletín.

El profesor R.J Lupin es mi espíritu animal.

Debía de ser un profesor, vaya que sí lo era. Supuse que sería el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, o el reemplazo de Pociones porque estoy a nada de ser enviada a Azkaban a compartir celda con Black cuando lo encuentren por el asesinato de Severus Snape (o de Draco Malfoy, el que se me atraviese primero).

Me senté en el asiento de enfrente de él, subiendo las piernas y casi acostándome en el asiento, para que si viniera otra persona, se sentara al lado del nuevo profesor, no de mí.

Pasó un tiempo, nada más el Hogwarts Express arrancó, me puse a jugar Minecraft, llámenme de todo pero me puse a jugar Minecraft.

Recomiendo muchísimo jugar Minecraft con Taylor Swift de fondo, es relajante. El expreso de Hogwarts seguía hacia el norte, sin detenerse. Y el paisaje que se veía por las ventanas se fue volviendo más agreste y oscuro mientras aumentaban las
nubes. A través de la puerta del compartimento se veía pasar gente hacia uno y otro lado.

¹ENEMY (PJO&HP)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora