Transcurría el principio de año del 2011, futbolisticamente hablando habían sido maeses difíciles para los clásicos de Barcelona - Real Madrid ya que desde que Mourinho había cogido el club blanco los cruces no pararían de aumentar, enemistando tanto a jugadores como a los técnicos.
Ese día en particular, luego del clásico de la noche anterior, Pep Guardiola amanecía en su casa contento por esa reciente victoria pero la alegria le duraría poco. Al encender la televisión lo primero que le apareció fue el técnico portugués, diciendo barbaridades de él y de sus jugadores, todo lo que decía lo enojaba pero lo que lo hizo perder el eje fue oírlo decir que él arbitraje los favorecía. Le daba muchísima bronca que tan impunemente tirara al tacho todo su trabajo, tanto así que poseído por la ira cogio su coche y salió a toda velocidad.
El sabía que el Madrid todavía seguía en un hotel de la ciudad y se dirigió allí, con todo lo que sentía no pudo evitar pensar en su pasado con el portugués, habían estado tantos años juntos trabajando, eran amigos incluso llegó a enamorarse del portugués pero nunca pudo hacer nada y le rompía el corazón, hoy ver a alguien que fue tan importante en su corazón, tratarlo de esa manera.
10 minutos después llegó a su destino, al entrar al recinto no tuvo que hacer mucho para pasar, al final él era Guardiola. Con la información de que el portugués dormía en la habitación "33" fue a encararlo y una vez que llegó no dudó en tocar muchas veces la puerta.
-¿quien mierda es? - gritaba desde dentro Jose a medida que abría de golpe la puerta.
- Eres un maldito hijo de puta - le dijo Pep empujándolo de vuelta dentro y cerrando la puerta.
- ¡¿Guardiola qué haces aquí?! - pero Pep poco le importaba lo que tenía que decir, quería hablar el.
- ¡Me has cansado imbecil! Estoy harto, realmente harto - expresaba mientras el otro se quedaba en shock por el visible enojo - No puede ser que cada partido sea lo mismo, no me puedes machacar cada vez que se te venga en gana, si les ganamos es porque jugamos mejor y no entiendo porque hablas de mí en vez de preocuparte por lo mal que diriges- quiso seguir pero Jose lo empujo dejándolo con la espalda pegada en la puerta - ¡Mira! A mi no me vas a venir a decir que es lo que tengo que hacer meador de colonia - El también fue interrumpido ya que Guardiola lo tomo de la camiseta y bruscamente lo arrastró hasta hacerlo chocar con una mesa que había ahí, sin dejar al otro hablar se le puso demasiado cerca, rompiendo su espacio personal al ponerse entre medio de una de sus piernas - Cállate, por una vez en tu vida cállate - le dijo furioso.Mou veía la ira en sus ojos y sentía como era hipnotizado por el catalán, quiso responder o hacer algo pero no pudo, la intriga de saber que haría lo dejó paralizado. Pero solo pudo estar tranquilo con sus pensamientos 2 segundos ya que el catalán lo besó.
Ninguno de los dos esperaba eso y aún así lo primero que le salió al portugués fue tomarlo de su camisa para alejarlo pero rápidamente Pep le bajo las manos e intensificó el beso, poco le importaba lo que Mourinho quisiera el estaba ocupado metiéndole la lengua hasta la garganta, tomándolo del cabello y frotando sus cuerpos, estaba decidido a dominar. Besos y resistencia hubo un rato hasta que Pep sintió algo duro rozar su pierna e inmediatamente se separó para ver qué lo que era - Encima te calientas - Dijo con la voz ronca, ciertamente el también estaba excitado con una ereccion en sus pantalones.
Jose se quiso tapar y huir pero fue peor porque el otro lo tomo de las caderas y lo dio vuelta.
Mientras el portugués se removía queriéndose ir Pep lo atrapaba entre sus brazos y su cuerpo, frotando su miembro en el chándal del mayor. Estaba tan caliente que lo quería follar ahora, demostrarle que era el quien mandaba y humillarlo para que no se le vuelva a ocurrir faltarle el respeto.
Luego de incontables estimulaciones bruscas Jose estaba cediendo, Guardiola le había calentado siempre pero al no prestarle este atención todos sus sentimientos se convirtieron en rencor pero de eso se estaba olvidando justamente ahora, que el catalán le bajaba los pantalones y por lo que escuchaba también bajaba los suyos.
