S I L V I A
Fue un milagro.
Tuve una noche fuera del trabajo y me puse al día con los deberes. Incluso un poco adelantado. Esa era la única razón por la que dejé que Olivia me convenciera de salir para "actuar como una típica universitaria". Me habló de lo divertido que sería ir a una fiesta de fraternidad, aunque fuera una mierda. Me explicó que, al menos, teníamos que tacharlo de nuestra lista.
Rebotó en el asiento del copiloto mientras se aplicaba una capa de pintura de labios. Su entusiasmo despertó el mío y me recordó lo cansada que estaba. Pero ella tenía razón. Quería ir a la universidad y todo lo que ello conllevaba. Me dejé la piel para ganármela, así que por qué no aceptarla.
Aparqué a una manzana de la fraternidad, que no era para nada lo que esperaba. No se parecía en nada a lo que vi en las películas, con gente desmayada en el césped aferrada a vasos rojos y mangueras de cerveza. Al menos no desde el frente. Sólo unas pocas personas se quedaron en el patio, asintiendo cuando entramos. No hubo preguntas sobre quiénes éramos o si estábamos invitadas.
La verdadera fiesta nos recibió cuando entramos por la puerta. La música, que era un leve estruendo, estalló prácticamente al abrir la puerta. La gente se reunía en grupos por toda la casa, sosteniendo esos vasos rojos solos que desaparecieron en el exterior. La música sonaba por los altavoces y el centro de la sala era un salón de baile.
Olivia me tomó de la mano y me llevó por el pasillo hasta la cocina. Más gente se mezclaba y salía al patio trasero vallado. Al parecer, allí era donde residía la pipa de cerveza y la gente desmayada.
-Vamos a tomar una copa -gritó Olivia por encima de la música.
Nos servimos un trago de tequila y nos lo bebimos antes de chupar una lima.
Cuando nos servimos otro, esta vez al menos esperamos un pequeño brindis.-Por finalmente poder actuar como universitarias normales. Que nos divirtamos y coquetear con todos los chicos sexys.
-Toma, toma -dije, levantando mi vaso para que chocara con el suyo. El zumo de lima goteó por la barbilla de Olivia y las dos nos reímos.
-No puedes llevarme a ninguna parte.
-Tonterías. Eres la zorra con más clase que conozco -dije con un guiño exagerado y una pistola.
-Dios, extraño salir contigo.
Yo también echaba de menos salir con Olivia. Entre dos programas de estudio de trabajo, Voyeur, y la escuela, mi tiempo se sentía como si se desvaneciera antes que pudiera darme cuenta que estaba allí.
-Bueno, ya estoy aquí -La atraje a mi lado justo cuando una voz interrumpió nuestra reunión de chicas.
-Eh, eh, señoras.