¿Quién no conoce a Possessed?
La banda de punk más aclamada de Cleveland. Sus tres integrantes no se han hecho famosos sólo por sus rebeldes letras, sino por los escándalos que desencadenan allá donde van. Son incluso peores que los jodidos Mötley C...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Electricity - James Veck-Gilodi
Cassandra.
— Ojalá poder detener el tiempo ahora mismo y quedarme aquí para siempre — dijo Jax mientras sus dedos acariciaban las cuerdas de su guitarra.
— Tal vez podamos solucionarlo — dejó de tocar para mirarme con el ceño fruncido.
Me subí encima de la enorme mesa, con cuidado de no caerme, para tomar el reloj que se encontraba colgado en la pared y pararlo.
— Ya está.
Regresé junto a él a la chimenea para seguir admirando lo hermoso que se veía tocando. No se opuso cuando me asomé a ver las notas que estaba tomando en la libreta que tenía en el suelo. Había frases y palabras sueltas escritas.
The last time I saw you
I cried, I wish you had more time left
The last time I heard you
They held the phone, you took your las breath
Su voz rasposa llenó de tristeza toda la sala. Al escucharle, entendí que estaba más roto de lo que pude imaginar, pero me parecía bonito traducir sus sentimientos con canciones.
— ¿Es sobre tu padre? — no sabía si había hecho bien en preguntar aquello, pero al igual que yo me había abierto con él, Jax también podía hacerlo conmigo.
— Sí. — Me acerqué hasta él para abrazarle por la espalda.
— Debe sentirse muy orgulloso de ti.
No respondió, pero entendí que era un tema demasiado duro para él. No sabía cómo había fallecido ni cuándo, sin embargo, era asombrosa la fuerza que había sacado para seguir adelante.
— ¿Fue a algún concierto vuestro? — dejé un beso en su mejilla y me volví a sentar frente a él.
— Al primero que dimos; apenas eran cincuenta personas las que llenaron sala y de esos, treinta serían familiares nuestros — sonrió con nostalgia —. Él me enseñó a amar la música. Me regaló mi primera guitarra cuando tenía cinco años y desde entonces siempre he tenido una entre las manos.
— Eso es precioso Jax. ¿Aún sigues guardando esa guitarra?
— Mi madre la vendió cuando él murió — fruncí el ceño porque no esperaba esa respuesta —. Lo siento, pero no quiero seguir hablando del tema, Cass. Voy a darme una ducha.
Desapareció por las escaleras y deseé poder recomponer todo lo que estaba mal dentro de él. Escuché el sonido de mi teléfono, indicándome que tenía un mensaje. Lo busqué por el sofá porque no recordaba ni dónde lo había dejado, hasta que di con él.
