🎸 TREINTA Y SEIS

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I'm with you - Avril Lavigne

Jax.

Conduje por las calles a una velocidad en la que, si tenía un accidente, sería imposible sobrevivir.

El nivel de furia que contenía mi cuerpo sobrepasaba los límites. No entendía cómo ciertas personas eran capaces de engañar a una niña inocente. Ella no tenía la culpa de que fueran una puta basura.

Me detuve al estar a la altura de la casa que algún día consideré mi hogar, pero que con el paso del tiempo se convirtió en mi principal infierno. Por fuera, estaba tal cual siempre la había recordado; hecha una mierda. Nunca tuvimos muchos privilegios e incluso había días que nos costaba encontrar algo que llevarnos a la boca, pero logramos salir adelante cuando éramos una verdadera familia.

Toqué el timbre ansioso por ver la cara de Joyce, aquella mujer que me dio la vida para luego arrebatármela . Esperé unos minutos sin que nadie contestase. Tampoco se escuchaban ruidos en el interior, pero ella era demasiado astuta, así que no descartaba la opción de que se estuviera escondiendo.

Sin pensármelo mucho, pegué una patada a la puerta de madera.

Los recuerdos llenaron mi mente al ver el interior. Pude ver desde la entrada, la cocina en la que una vez me hice una brecha por intentar alcanzar el tarro de caramelos que mi padre me había escondido por suspender un examen. También vi el diminuto salón en el que me pasaba horas viendo vídeos musicales.

Intenté alejar todos aquellos pensamientos de mí porque había ido hasta allí con un objetivo.

— ¡Joyce! ¡Sal ahora mismo de donde quiera que estés! — grité sin éxito.

Lo que más me llamó la atención fue el maldito olor a comida podrida. Recorrí la casa hasta que en el baño me encontré una escena que no me esperaba ver. De inmediato me agaché en el suelo para tocar el cuerpo de Joyce.

Coloqué mi mano en su muñeca para comprobar si tenía pulso.

Nada.

Maldije para mis adentros mientras me pasaba las manos por el cabello de forma desesperada. ¿Estaba muerta?

Aun con las manos temblorosas logré llamar a una ambulancia. No podía morirse ahora. No podía morirse sin haberle dicho lo mucho que la odiaba y que nunca tendría mi perdón por todo lo que nos había hecho.

Los paramédicos no tardaron en aparecer e intentaron reanimarla, pero todo fue en vano.

— Lo lamento chaval, está muerta.

Todo mi mundo se vino encima de repente. Esto no podía ser posible. Hacía años que no la veía y ahora sólo me encontraba con su cuerpo sin vida. No sabía qué hacer. Sentía que quería gritar y golpear todo lo que se encontrara a mi paso.

JAX ROCKWELL ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora