CAPÍTULO 10

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DÍA 1: "El comienzo del viaje"
"MAYA"

Apoyé la jarra de cerveza en la mesa después de darle un buen trago.

—Madre mía, no había probado una cerveza así de buena en la vida. Los italianos sí que saben.

Cam únicamente se limitó a sonreír mientras mordía su pizza.

Pero ¿por qué sonreía tanto? Todo el rato con esa estúpida sonrisa en la cara.

No pude evitar fijarme en los hoyuelos que se formaban en sus mejillas cada vez que sonreía, ni en esas arruguitas bajo sus ojos; vale, sí, el chico tenía una sonrisa perfecta, todo hay que decirlo. Pero, aun así, seguía sin comprender el estar todo el rato sacándola a relucir, a cada cosa que pasaba a nuestro alrededor o que decía, y no sabía por qué, pero comenzaba a exasperarme un poco. Quizás porque tenía la sensación de que se estaba burlando de mí, o puede que fuera porque el hecho de que creara un ambiente en el que llegaba a sentirme tan cómoda, me ponía nerviosa.

—¿Por qué no dejas de sonreír?

La pregunta salió de mis labios sin siquiera pensarlo, soltándola con más brusquedad de la pretendida. Le pilló por sorpresa, y así lo dio a reflejar su rostro, pero de nuevo volvió la maldita y perfecta sonrisa de la que parecía no desprenderse.

—Porque eres muy graciosa, Maya Honey, ¿no te lo había dicho? Desprendes algo, no sé lo que es, pero la naturalidad con la que te expresas, alegra todo a tu alrededor —soltó sin más. Ahora era mi turno de hacerme la sorprendida. Joder, ¿y yo qué le respondía a eso? Ese día cada vez estaba siendo más extraño. Noté mis mejillas sonrojarse levemente, removiéndome incómoda en mi lugar. Él pareció notarlo, ya que carraspeó antes de cambiar de tema—: Bueno, ¿qué era lo que me querías preguntar?

Lo miré sin comprender.

—En el bus, volviendo del aeropuerto, me dijiste que te tenía que ayudar con algo.

Mis neuronas parecieron conexionar por fin.

¡Mierda! El lugar donde dormir, pero cómo puedo ser tan jodidamente desastre de olvidar algo como eso durante, literalmente, todo el día.

—Sí, madre mía, necesito tu ayuda de manera muy urgente.

—Soy todo oídos —apoyó los codos sobre la mesa y usó sus manos como soporte para su barbilla. Me observaba atentamente.

—A ver, tú has estado aquí durante unas cuantas semanas, por lo que me has dicho —asintió, esperando a que continuara—. Bien, pues el caso es... —cogí aire y con una sonrisa nerviosa le expuse mi problema—: Como te dije, fue un viaje precipitado, nada planeado, y bueno, digamos que, al elegir el destino en el mismo aeropuerto, hay puntos básicos de la planificación de un viaje que no pude cumplir y...

—Que no tienes dónde dormir, ¿es eso? —cortó mi patético monólogo de irresponsabilidad viajera.

Suspiré sonoramente.

—Básicamente —cogí mi móvil para enseñarle mis búsquedas recientes—. He intentado encontrar algo económico, pero todo es carísimo, me preguntaba si conocías algún lugar donde pudiese dormir sin tener que vender ningún órgano vital.

Se quedó mirando la pantalla de mi móvil, antes de reír con ganas. Yo alcé una ceja, molesta y confusa por su repentina risa, pero esperé a que continuara hablando.

—Aquí no vas a encontrar ningún lugar en el que en la recepción no te den un papel para que des tu consentimiento de que ofreces tus órganos a cambio de alojamiento —bromeó con mi comparativa—. Es muy irresponsable viajar a un lugar sin tener dónde dormir...

La burla en su tono era obvia, lo que provocó que se me subieron los colores: la vergüenza y la rabia fusionándose en mi rostro. Sí, la verdad es que, ahora pensándolo en frío, lo que había hecho era una estupidez, irme a otro país sin forma de regresar a casa hasta dentro de tanto tiempo... comenzaba a ver mi supuesto "viaje espiritual" como la mayor niñería del mundo. Pero a pesar de ser así, aunque haya sido irresponsable, ¿quién era él para burlarse así de mí?

—Tan solo bromeaba, tranquila —rió al ver mis claras intenciones de responderle de muy malas formas—, puedo llevarte a un lugar parecido a donde me he estado alojando yo. No tendrás que pagar nada.

El enfado se esfumó por completo al oír esas palabras. ¿Cómo que no tendría que pagar nada?

—¿Alojamiento gratis? —pregunté, para asegurarme de que había entendido bien.

—Exacto, eso suele ser lo que se conoce como "no pagar", que sea gratis.

—Pero ¿cómo? —no salía de mi asombro— ¿Algún tipo de albergue de la caridad o algo así? De esos en los que veinte personas acaban durmiendo en la misma habitación.

Negó con la cabeza, divertido por alguna razón que en ese momento no lograba comprender.

—No, es una casa privada.

Mi confusión era cada vez mayor.

—De algún conocido.

Su sonrisa se ensanchó.

—Esto va a ser muyyy divertido.



•••

Puesto que este es un capítulo muy cortito, lo subo junto con el anterior. Parecerá algo sin sentido, pero es importante que esta parte sea narrada por Maya. Ya lo entenderéis cuando leáis el siguiente.

Muchísimas gracias por confiar. En mí. En esta historia.

15 DÍAS PARA CONOCER(TE)ME #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora