CAPÍTULO 2

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DÍA 1: "El comienzo del viaje"
"MAYA"

—Vale, me estoy arrepintiendo, me estoy arrepintiendo —empezó a darme un ataque de pánico cuando anunciaron que el avión comenzaría a deslizarse por la pista en breve—. Pero ¿quién me mandaría a mí a subirme sola a un avión cuando nunca antes me había montado en uno?

Empecé a hiperventilar, sin poder controlar mi propia respiración. Era la primera vez que me subía en uno de esos cacharros y sin razón alguna, todas las noticias de accidentes de avión comenzaron a acudir a mi mente, haciendo que mis nervios llegaran al límite.

Ahora mismo me sentía como un chihuahua, sin parar de temblar, y vaciando el paquete de chicles en mi boca, uno detrás de otro, ya que leí en algún lado que mascar chicle en un vuelo era bueno sino quería que se me taponaran los oídos. ¿Pero cómo que se me iban a taponar los oídos? ¿Y si me quedaba sorda? Además, ¿cuánto chicle era necesario? ¿y si me quedaba corta?

Seguí atiborrándome a chicles, aumentando por segundos mi modo chihuahua, lo que al parecer era bastante notorio, ya que noté una mano que se posaba en mi hombro.

—Oye cielo, ¿te encuentras bien? —me preguntó dulcemente la señora que llevaba como vecina de asiento.

—S-sí. No. No sé... —intenté aplanar la gran bola de chicle que llevaba en la boca, para no sonar como si tuviera algún tipo de parálisis facial—. Creo que no mucho.

—¿Es tu primera vez en avión?

¿Tanto se me notaba?

Asentí lentamente, avergonzada por el espectáculo que probablemente estaría montando ante los ojos de aquella mujer.

—Intenta relajarte, ¿vale? Mira —me señaló la ventana—, vamos a poder ver el amanecer desde el cielo, eso es...

—¿Quiere un chicle?

—¿Perdón? —la mujer me miró confusa.

Le mostré la bolsita.

—Yo —mastiqué, intentando que cogiera una consistencia óptima y dejara de ser una bola de demolición dentro de mi boca— he leído que, si masticas chicle, no se te taponan los oídos.

Dicho esto, me metí uno más a la boca.

<<Maya, por Dios, ¿quieres dejarlo ya? A este paso vas a crear una figura a tamaño real de tu interior a base de chicle>>

La señora me sonrió con dulzura y extendió la mano.

—Vale, gracias —una vez en su mano, se lo metió a la boca—. Pero cielo, te recomiendo que no sigas metiéndote chicles a la boca, al final vas a dislocarte la mandíbula.

La mano se me quedó congelada en el aire, devolviendo el elemento a la bolsa de donde lo había sacado. ¿Dislocarme la mandíbula? Prefería el tapón en los oídos. Cogí un pañuelo que llevaba en el bolsillo y escupí ahí la masa de chicle que había estado formando en mi boca.

<<La elegancia personificada...>>

Miré a la mujer avergonzada, pero ella no quitaba esa dulce sonrisa de la cara.

—¿Mejor?

Asentí levemente.

—Por cierto, me llamo Grace.

—Maya. Es un placer, señora Grace.

La sonrisa de esa mujer me transmitía algo. No sabía el qué. Quizás simplemente fuera el nerviosismo que se había apoderado de mí en esos instantes y que alguien se mostrase tan cercano, era como una especie de lugar seguro.

15 DÍAS PARA CONOCER(TE)ME #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora