DÍA 1: "El comienzo del viaje"
"MAYA"Noté cómo me zarandeaban, a la vez que unas voces algo lejanas me traían de vuelta.
—Hey, ¿me oyes? —escuché por fin con nitidez— El avión hace rato que aterrizó, debes bajarte ya.
Al oír eso, me desperté de golpe y me puse a mirar a mi alrededor. Efectivamente, no había nadie dentro del avión, aparte de las dos azafatas que intentaban despertarme. Qué vergüenza.
Una de las azafatas se perdió tras la cortina que separaba los asientos de los pasajeros de la cabina del personal de vuelo, dejándome con la otra chica, mientras yo trataba de ubicarme, ya que me encontraba perdida en ese instante. Maldito vuelo.
—¿Te encuentras mejor, bonita? —la reconocí como la que hacía unas horas me había dado la pastilla para los nervios.
—Sí... —murmuré aún avergonzada— muchas gracias, por cierto, antes no tuve ocasión de decírtelo.
—Tranquila, es algo completamente normal, no te sientas mal por ello —me sonrió de forma alentadora, antes de sacar un pañuelo y ofrecérmelo— Toma, te vendrá bien.
No comprendía el porqué del pañuelo, al menos no hasta que de forma inconsciente me llevé las manos a las mejillas y noté la humedad que había en estas. Había estado llorando y ni siquiera me había dado cuenta.
—Y-yo...
—¿Un mal sueño?
Asentí, sin decir nada y me levanté del asiento, incorporándome para coger la mochila de la cabina superior.
Cuando estaba acomodándomela en la espalda, volvió a hablar.
—Por cierto, la mujer que viajaba a tu lado me dio esto para ti —cogí el trocito de papel que me ofrecía, me quedé mirándolo y vi que había un número de teléfono, el nombre de Grace y un mensaje: "Por si en estas dos semanas se te presenta cualquier inconveniente, aquí tienes mi número para lo que necesites. Suerte con todo, Maya."
Sonreí.
Sin duda no me había equivocado con la primera impresión hacia la señora. Era todo un detalle que se tomara la molestia de preocuparse por la chica chihuahua que tenía de compañera de vuelo.
—Si no es mucha intromisión preguntar... ¿cómo es que has acabado aquí sin apenas equipaje? ¿Visitando a algún familiar?
—No, verás...
Le expliqué atropelladamente la razón de mi viaje, el por qué había decidido montarme a un avión por vez primera con poco más que lo que veía; no entré demasiado en detalle, pero intenté que quedara claro. Pensaba que su cara iba a ser forzada, probablemente pensando que me había vuelto loca. Pero fue todo lo contrario.
Ensanchó su sonrisa y poniéndome una mano en el hombro me dijo: —Espero que logres encontrar lo que buscas. Pareces una chica encantadora.
—Muchas gracias...
—Kelly, me llamo Kelly.
—Muchas gracias, Kelly —le dije sonriéndole de vuelta—. Yo me llamo Maya.
—Pues mucha suerte con todo, Maya.
Me despedí de la joven azafata y me apresuré a bajar del avión. El del control me miró un poco mal, seguramente porque había tenido que hacer tiempo extra debido a que había tardado mucho en bajar.
Pero iba contenta, las dos interacciones que había tenido, Grace y Kelly, habían resultado de lo más agradables y alentadoras.
Cogí de la cartera la tarjeta que debía pasar por el lector.
Saqué el móvil para mirar la hora: 9:37. Bueno, no era tan mala hora, perfecta para ir a desayunar algo y empezar a buscar dónde pasaría la noche. Aproveché para mandarle un mensaje a mis tíos para avisarles de que ya había aterrizado; al principio, cuando me hice la mochila y fui a decirles que me iba al aeropuerto a coger un avión, no estuvieron muy de acuerdo, y mucho menos cuando les llamé desde la silla de la sala de embarque para comunicarles que estaría fuera por quince días, me dijeron que había perdido el juicio, que era una completa locura.
Pero finalmente, no tuvieron más remedio que asimilarlo. Me dijeron que esperaban que este viaje sirviera de algo, y sobre todo que llevase mucho cuidado.
Guardé todo rápidamente de nuevo en la mochila y me dirigí a la salida del aeropuerto, dispuesta a coger un taxi que me llevase... no sé, que me llevase a algún sitio. Con tanto jaleo, ni siquiera me había puesto a mirar qué podía hacer en Portofino; me tocaría improvisar.
—Eh, aspetta —escuché a mis espaldas. Al girarme, un chico venía directo hacia mí—. ¡Ragazza, aspetta un secondo!
"Eh, espera. ¡Chica, espera un segundo!"
No sabía quién era, y mucho menos sabía lo que me estaba diciendo. Pero lo que sí tenía muy claro es que, si un desconocido te empieza a llamar y más en un país extranjero, lo mejor que puedes hacer es echar a correr.
Así que eso hice, comencé a correr, rezando porque se cansase y no me siguiese. Pero no podía estar más equivocada, lo descubrí en el mismo momento en el que noté cómo me agarraban del brazo.
—No, por favor, no tengo nada de valor encima. No me robes, porfa.
Me miró confuso. Claro, seguro que no entendía ni papa de lo que le estaba contando; me robaría sin saber lo que le había dicho. Genial.
Pero entonces hizo algo que no me esperaba: comenzó a reír.
—Ah, que no eres italiana —me sorprendí al ver que hablaba mi idioma—. Tranquila, no quiero robarte, precisamente es todo lo contrario.
Ante mi cara de confusión, me soltó el brazo y me tendió lo que llevaba en la otra mano: mi cartera.
—Vi que se te cayó y me imaginé la faena que podría ser perderla, así que, aquí tienes.
Le sonreí a modo de agradecimiento.
—Muchas gracias.
—De nada, chica veloz. Ahora me voy, que voy a perder mi avión.
Me hizo gracia su comentario, la verdad es que le había hecho hacer una buena carrera, pero no me dio tiempo a decir nada, ya que se dio media vuelta y siguió su camino.
Lo vi alejarse a toda prisa hacia el interior del aeropuerto. Yo me quedé ahí, mirando cómo desaparecía tras las puertas giratorias.
Qué majo.
Pensé que quizás, este viaje no estuviera yendo tan mal como creí en un principio. Fui hasta la parada de taxi y abordé uno.
Yo no tenía ni idea de italiano, y el taxista medio se defendía con mi idioma, por lo que, entre el traductor y sus intentos de comunicación, pudimos entendernos y decirle a dónde quería ir. Como bien dije, no conocía nada, pero ya que estaba en un lugar costero, ¿qué mejor opción había?
Le dije que me llevara a la playa centro.
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15 DÍAS PARA CONOCER(TE)ME #PGP2024
Teen Fiction15 días. Ese es el tiempo del que disponía Maya para decidir si arriesgarse por su sueño o seguir el camino que los demás esperan de ella. Con una mochila al hombro y un mar de dudas, se embarca en un viaje a un país extranjero, enfrentándose a sus...