CAPÍTULO 18

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DÍA 1: "El comienzo del viaje"
"MAYA"

Estaba cómoda, demasiado para lo que me hubiera gustado admitir, pero era cierto que no sabía si era el sofá o era mi cansancio, pero si me hubieran dicho que aquello era una nube, me lo hubiera creído sin ningún tipo de problema. Aunque como siempre, tenía que haber un "pero", y ese no era otro que los mecanismos de mi cabeza funcionando de forma demasiado veloz para lo que mi conciencia podía soportar.

La actitud de aquel chico me había molestado. ¿Qué digo molestado? Me había puesto al límite, por muy exagerado que resultara, pero era demasiado... ¿cómo decirlo? No sabía cómo expresarlo, pero se había mostrado demasiado cercano para lo que yo podía soportar. Entonces, aquí entraba a escena el famoso "pero". Trataba de no prestarle demasiado interés, pero las palabras que me había ido diciendo todo el día, habían logrado calar en mí, y aquí estaba, a las tantas de la noche, pensando en todas ellas y dándome cuenta que las sentía todas y cada una de ellas.

Mientras seguía buceando entre mis pensamientos, escuché movimiento proveniente del sillón en el que se encontraba. Me tensé, no iba a negarlo. Pero el momento de guardia pasó cuando escuché que se estaba acomodando en el suelo.

Espera, ¿en el suelo?

Bueno, cada uno duerme como quiere. Supongo.

Mi cabeza seguía siendo un caos en aquellos instantes, y no sé si por eso, por el cansancio, porque había terminado de perder la cordura o simplemente una mezcla de todo eso, que hice lo que hice a continuación.

—¿Cam?

La voz me salió insegura, y es que así me sentía, volviendo a entablar una nueva conversación.

—¿Sí?

Su respuesta fue automática.

Me quedé pensando unos instantes, no sabía ni siquiera lo que significaba lo que quería decir, pero por algún motivo, tuve la necesidad de saber lo que él pensaba al respecto. Me había parecido algo tan estúpido al principio y ahora lo encontraba como la respuesta a todo.

Con los ojos abiertos, mirando al techo en la penumbra de aquel salón, solté la pregunta que él mismo me había hecho horas antes.

—¿Tú tienes miedo a saltar?

Miedo a saltar...

Cuando le dije que qué significaba eso, me dijo si tenía miedo de saltar a la vida, de afrontar aquello que parecían obstáculos, lo imposible. Básicamente que, si me daba miedo el ir a por todas en aquello que deseo, independientemente de las trabas que eso supusiera o lo difícil y empedrado que fuera el camino.

Y la respuesta era sí. Me daba miedo, muchísimo. Prácticamente me atemorizaba el intentar conseguirlo y que se quedara en eso, en un vano intento de lo que podría haber sido y que nunca llegaría a ser. Quedarme a las puertas, viendo desde una pequeña ventana mis ilusiones, tan cerca y a la vez tan lejos. Y por algún motivo, quería saber qué pensaba él al respecto, puesto que parecía tan seguro de sí mismo, tan lanzado a conseguirlo todo... joder, llevaba meses fuera de casa, luchando por su sueño. Eso, aunque no quisiera admitirlo, era como una especie de luz al final del túnel que yo misma había creado, ya que, ¿por qué no podría yo también hacer lo mismo?

Esperé pacientemente su respuesta, aunque al pasar un tiempo y ver que no había roto el silencio, supuse que no me habría escuchado o que, sencillamente, no tenía ganas de responderme.

Algo apenada, volvía a acomodarme en las sábanas y cerrar los ojos, dando ya de una vez por todas, finalizado este día.

—Sí.

15 DÍAS PARA CONOCER(TE)ME #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora