CAPÍTULO 22

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DÍA 2: "Un adiós con sabor a nueva historia"
"MAYA"

Suspiré, apoyada en la barandilla del acantilado.

No sabía por qué aún no me había ido, debería de haberlo hecho en el mismo momento en el que Cam salió por la puerta. Cuanto más tiempo me quedase en aquella casa, más probabilidades habían de que algo saliera mal, y cuando decía "algo", me refería a que los dueños llegaran, y la verdad es que no creo que les hiciera mucha gracia encontrarme allí.

—Quizás podría cantarles el himno de su país, para que me perdonen —solté mis pensamientos en voz alta—. No es que me lo sepa, pero podría aprendérmelo si con eso no acabo presa.

Sacudí la cabeza, dándome cuenta de que de nuevo estaba empezando con mis paranoias sin sentido.

Volví a recostarme encima de mis brazos, contemplando las maravillosas vistas que había metros más abajo. Creo que no me había ido todavía porque salir de aquella casa sería como afrontar la realidad, el hecho de que todavía me quedaban muchos días por delante, completamente sola y sin saber muy bien cómo costearme el alojamiento. Tenía unas inmensas ganas de llorar. Aquello había sido una locura, y en aquel momento estaba dándome cuenta de ello.

Noté cómo las lágrimas comenzaban a deslizarse por mis mejillas, silenciosas pero veloces. Ni siquiera me molesté en limpiarlas, únicamente las dejé caer, mientras cerraba los ojos, sintiéndome repentinamente mareada.

—Pero ¿qué es lo que he hecho? ¿Cómo pude creer que esto saldría bien? —sollocé, sabiendo que nadie me iba a escuchar, pero tenía que soltarlo todo en alto— Estoy sola, sin nadie que pueda ayudarme o al menos hacerme compañía. No sé lo que estaba pensando.

Mi mente comenzó a trabajar demasiado deprisa, tanto que noté cómo un leve mareo se apoderaba de mí. Respiré hondo, antes de abrir los ojos y separarme de la barandilla de madera en la que había estado apoyada.

No podía hundirme de esa forma, ya que, en ese momento, lamentarme era lo que probablemente menos me ayudaría. Quizás podría conseguir algún trabajo a tiempo parcial, para al menos poder pasar esas dos semanas sin tener que dormir en un banco... pero claro, yo no sabía ni papa de italiano: punto negativo, muy negativo.

Traté de no pensar en ello y mientras volvía de nuevo al interior de la casa, estuve dándole vueltas al lugar que Cam me había mostrado. Puede que no pudiera pasar allí todos los días, pero por lo menos para esta noche me serviría, ya me pondría a buscar algo más económico. Una vez dentro de la casa, me dirigí hacia el sillón donde se encontraba mi mochila, dispuesta a colgármela al hombro y abandonar mi corta vida delictiva de una vez por todas, pero entonces, cuando pasaba por delante del espejo que había en la entrada, una idea rondó mi cabeza.

—¿Y si me doy una última ducha? No sé cuándo podré volver a darme una en condiciones, y necesito no desprender una imagen que grite a los mil vientos: "he dormido en el sofá de una casa que he allanado y me he pasado el día llorando porque no tengo dónde caerme muerta", ¿verdad? —la pregunta a mi reflejo quedó sin respuesta, obvio— Bueno, será algo rápido, solo para adecentarme un poco y... pero ¿qué estoy haciendo? ¿Puedo dejar de hablar conmigo misma? Si después de este viaje no acabo desquiciada, creo que será un milagro.

Comencé a subir las escaleras, con el ceño fruncido por mi reciente charla unilateral. Pasé por al lado de los cuadros, los cuales me esforcé por no mirar, ya que sabía que eso me pondría peor y lo que necesitaba era ser rápida, no entretenerme más de la cuenta.

Tal y como había dicho, me di una ducha ligera, ni siquiera me mojé el pelo.

Rebuscando en la mochila para ver la ropa que me pondría ese día, me di cuenta de que me estaba quedando sin opciones, y que tendría que comprarme alguna camiseta o vestido playero, para al menos variar un poco.

15 DÍAS PARA CONOCER(TE)ME #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora