CAPÍTULO 25

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DÍA 3: "Abejita"
-MAYA-

Me desperecé, separando la parte baja de la espalda del sofá que se había convertido en mi cama aquellas dos últimas noches, a la vez que me frotaba los ojos, intentando que estos se acostumbraran a la luz matutina que bañaba la estancia. Alcancé el móvil, que se encontraba bajo el cojín. Aún era temprano, pero no tenía más sueño.

Desvié la vista al otro extremo del sofá, donde un profundamente dormido Cam abrazaba con piernas y brazos un cojín alargado. Puesto que anoche se acostó tarde ya que se quedó escribiendo y que yo quería hacer una cosa, lo dejé dormir.

Con cuidado de no hacer ruido, me dirigí al jardín, donde me permití un momento para cerrar los ojos y que el sol me acariciara el rostro. Era agradable, me gustaba mucho. Mi madre solía decirme que era como una flor, siempre buscando el sol para estar contenta. Sonreí, recordando la vez que me hizo un disfraz de flor para una obra de teatro en el colegio y me decía que era la flor más bonita que había visto nunca.

Abrí los ojos de nuevo, centrándome en lo que iba a hacer.

Cogí el móvil y marqué su número, llevándomelo a la oreja. Me mordí el labio, rezando porque me lo cogiera, y sobre todo porque no me matara por llamar tan temprano.

Esperé, escuchando los tonos de llamada. Iba a colgar, dándome por vencida, cuando por fin descolgó.

—¿Sí? —su voz soñolienta sonó al otro lado de la línea, sacándome una sonrisa.

—¡Lili!

—¿Maya? —preguntó, todavía con la voz de recién levantada— Qué haces llamándome a las... —hizo una pausa, probablemente para mirar la hora en el móvil, lo supe cuando soltó un quejido lastimero, antes de volver a ponerse el móvil en la oreja— ¿a qué se debe esta tortura? Pensé que me querías.

Solté una risa que la hizo gruñir por lo bajo.

—No dramatices. Yo también te echaba de menos, eh.

—Sí, si yo te echo de menos, pero te echo de menos cuando el sol ya está lo suficientemente alto en el cielo como para pensar con claridad. Llevas desaparecida prácticamente desde que te fuiste, que yo ya pensaba que te habían raptado como mínimo y decides llamarme a esta hora porque me echas de menos.

Rodé los ojos, sonriendo.

Lidia era mi mejor amiga desde... bueno, desde siempre, prácticamente. La típica amistad que empieza con nuestras madres siendo mejores amigas y que continúa deseando que nuestros hijos también lo sean, para continuar la tradición, como solíamos decir. Había crecido a su lado, si había alguien que me conocía incluso mejor que yo misma, esa era Lidia; aparte de que daba los mejores consejos del mundo. Por eso es por lo que la había llamado.

—¿Y bien? —me devolvió a la realidad— ¿Me has llamado únicamente para decirme que me echas de menos? ¿O me vas a contar ya de una vez con cuántos italianos te has liado?

—¡Lidia! —reí con fuerza, aunque bajé el tono, mirando a todos lados, cerciorándome de que nadie me había oído— No es eso, es... es algo un tanto complicado.

—¿Tiene que ver con chicos?

—Se podría decir, pero...

—¿Un chico en concreto? ¿Has dormido con él?

—Bueno, algo así...

—¿Está bueno?

—Eh... sí, pero eso no es...

—¿Por eso es por lo que has estado desaparecida estos dos días?

—Pues bueno, entre otras cosas...

15 DÍAS PARA CONOCER(TE)ME #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora