14 | Maxie.

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14 | Maxie.

Al día siguiente, todo el día estuvo bien. Cómo si lo de ayer no hubiera pasado. Mi mamá me había dicho que iba a salir un poco más tarde por unos días, así que me dijo que me quedará en la casa de Matías hasta que me dijera que había llegado.

Seguía sin creer que en tan poco tiempo mi mamá había cambiando su forma de pensar de Matías. De llamarlo "enfermo mental" a "un buen ejemplo".

Cuándo el timbre de salida sonó, yo salí de inmediato de el salón. Pero me tope con quién menos tenía ganas de encontrarme.

– Hola. – dijo Sebastián con una sonrisa en su rostro

– Déjame en paz. – pedí y fui hacía las escaleras

Cuándo dí la vuelta en las escaleras, lo ví detrás de mí. Cuándo bajé miré detrás y ahí estaba.

Empecé a caminar más rápido, pero no se alejaba. Pasé junto a un grupo de chicos, y él seguía detrás de mí.

Fue hasta que ví a Matías hablar con una chica, que corrí hacía él y lo abracé.

– ¿Estás bien?. – preguntó de inmediato

– Sebastián me está siguiendo y tengo miedo de él. – susurré cerca de su oído

Me separé de él y entonces la ví. Era Mariana, la hermana mayor de Sebastián.

– Hola, Dani. Hace tanto no te veía. – dijo ella

– Hola. – dije sin creer que ella estaba aquí –. ¿Cómo la conoces?. – le pregunté a Matías en un susurró

– Es mi compañera. – confesó –. Nos pusieron un trabajo juntos y propuse hacerlo en mi casa, pero le dije que tenía que ser luego, porque iba a pasar por una amiga. Y me quiso acompañar y me dijo que tenía un hermano aquí, cuándo ya estábamos afuera. Pero no sabía que se trataba de Sebastián.

Y entonces, volteé al escuchar que alguien decía mi nombre más cerca. Era Sebastián.

– Hola, hermanito. – lo saludó Mariana

– ¿Qué haces aquí?. – preguntó él

– Vine con Matías, el chico del que te conté.

– ¿Entonces tú eres el famoso Matías?. – preguntó Sebastián

– Supongo. – se encogió de hombros Matías –. Pero bueno, Daniel y yo ya tenemos que irnos. Te veo a las 3 en mi casa. – Mariana asintió con la cabeza y Matías me tomó de la mano

Él entrelazó sus dedos con los míos y sentí que mis mejillas se calentaban.

– Mamá dijo que cocinaría spaghetti con un puré, salsa, queso parmesano y pan tostado. – comento Matías

– Suena delicioso. – dije

– Y sabe aún más delicioso de lo que crees. – yo sonreí y Matías hizo lo mismo

[...]

Estaba en la habitación de Matías, envuelta en una toalla pues me había dado un baño en su casa y él justo ahora estaba buscando algo en su clóset para que yo usará.

Resulta que a ambos nos mojaron en la calle, pues estaban lavando un auto y sin darnos cuenta terminamos empapados. Lo bueno fue que nuestros cuadernos no se mojaron porque el agua nos cayó de frente.

– Toma. Es el short más pequeño que tengo, la playera hace tiempo que no la uso y... – también me dió unos boxers suyos y yo lo miré con una sonrisa –. No preguntes por los boxers. – dijo algo sonrojado y no pude evitar soltar una carcajada

Fui al baño otra vez y me cambié. El boxer y el short me quedaban algo flojos, pero tampoco demasiado a comparación de la playera que si estaba algo grande.

– ¿Te gusta Superman?. – pregunté después de salir del baño pues su playera tenía el logo del superhéroe

– No. Yo prefiero a Batman. – admitió

– ¿Entonces como la tienes?.

– Fue un regaló de mi papá por mi cumpleaños número 10. Ese día fue uno de los mejores de mi vida. Estaba en los estudios de Warner Bros y pues... Mi papá la compró y me la regaló. Yo no me quejé porque era de Superman y no de Batman, de hecho, fue hasta un años después que descubrí que era fan de Batman. Y desde ahí ya casi no la usaba.

– Pues está muy bien conservada. – admití

– Lo sé. Yo soy muy cuidadoso al conservar las cosas. Incluso los colores que uso en la secundaria son de cuando iba al jardín de niños.

– No puede ser. Los míos también. – ambos reímos –. También cuido mucho mis cosas. Tengo un oso de peluche que me dieron unos meses después de que nací. Yo nací en Enero y él llegó a mí en Septiembre.

– ¿Entonces ya tiene 10 años contigo?.

– 11. – corregí

– No, pues, wow. Debes de tenerlo en un lugar en donde esté ahí quieto y sin que nadie lo toque o lo maltrate.

– De hecho, no. – hice una pausa porque me daba pena admitirlo y conociendo a Matías sabía que se iba a burlar –. Él... Duerme conmigo. – dije finalmente con la cabeza abajo mientas jugaba con el borde de la playera

– No puede ser. – dijo y lo miré –. También yo. – río –. Ese oso de peluche que ves en el librero duerme conmigo desde que nací, prácticamente. Se llama Maxence, pero lo llamo más "Maxie". Es el mejor compañero de vida que la vida misma me dió. Es mi mayor confidente y cómplice. Creo que incluso sabe más que yo. – volvió a reír

– No es cierto. – fui hasta él y lo tome entre mis manos

Era un osito de color café con una playera blanca con varias manchitas negras que decía "De Vil" en letras rojas. También tenía una chaqueta beige encima y unos zapatitos en forma de tenis como los de Matías, pero sin estar rayados.

– Hola, Maxie. ¿Si te puedo decir así, no?. – Matías asintió detrás de mí y después escuché como Matías reía a lo bajo –. Es un gusto conocerte. – tomé su manita y la moví de arriba a bajo en forma de saludo

– Dice que también es un gusto conocerte. – dijo Matías y volteé a verlo

– ¿Qué más dice?. – pregunté

– Dice: "Eres más linda de lo que Matías dice. Esta muy enamorado de ti. Eres su tema de conversación favorito. Hasta parece vinilo rayado con tanto 'Daniela esto, Daniela el otro'. Incluso dejó de cantarle a la Luna por ti. No sé que le haz hecho a mi bebé, pero lo haz cambiado completamente". – dijo Matías con un tono de voz más masculina y yo reír

– Lo siento. Te prometo que esa jamás fue mi intención. No sabía que había dejado de cantarle a la Luna por mí. – dije fingiendo lamentarme

"Pues lo ha hecho. Él jamás te lo admitiría. Por eso estoy yo aquí".

– Que bueno que tú me digas las cosas que Matías no puede. – dije y sonreí

– Es un metiche. – dijo Matías con su voz normal y yo dejé de ver a Maxie para abrazarlo para que viera a Matías –. "Metiche tu abuela Guadalupe". – volvió a imitar la voz de Maxie y luego lo miró sorprendido –. Retractare. – lo señaló Matías –. Con la abuela Lupita, no. Luego no andes chillando en la noche porque te jaló las patas. – dijo y yo reí –. "¡No!. Ya mejor me calló". – Matías asintió con la cabeza y yo volví a reír

No podía con eso. Era demasiado tierno ver a Matías pelear con Maxie.

Miss YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora