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--Solo digo que sería sospechoso el hecho de tener una camioneta robada. Podrían volver en cualquier momento. —Hoseok procedió a lamer su paleta de naranja con entusiasmo. —Además, ¿para qué lo necesitamos si tenemos mi auto? —sonrió.

Taehyung lo miro y levanto una ceja, diciendo: --¿Enserio?

Hoseok chasqueo la lengua y respondió: --Ya sé que mi auto no es mejor que la camioneta de ellos, pero solo piénsalo por un segundo. Demasiado sospechoso andar con una camioneta que no es nuestra, ¿Qué tal si vuelven por ella? Y si es así, es porque hay rastreadores dentro o pueden ubicarlo... de cualquier forma, muy peligroso para nosotros, ¿podemos solo dejarla?

Taehyung sopeso lo que acababa de decir.

Tenía razón. Demasiado arriesgado quedarse con ella, sin embargo, su orgullo podía más, ya que el hecho de tener en posesión el auto de aquellos quienes le robaron, era lo más satisfactorio. Aun con todo eso, debía darle un punto a Hoseok, aunque estuviera fastidiado por la idea.

Con un suspiro, salió del establecimiento ubicado en la gasolinera y se dirigió al auto de Hoseok, que ya estaba recargado de combustible. Habían ido primero al McDonald's, dándose cuenta que no tenían dinero para pagar, hasta que Hoseok recordó tener billetera, que ¡spoiler!, no sabía dónde se encontraba después de tantas idas y venidas, pero menos mal encontró unos billetes en su compartimiento al lado el asiento. Pudieron pagar una comida decente (Taehyung no sabía que le encantaba la comida grasosa, porque ver comer a Hoseok de esa forma fue todo un espectáculo. Solo pudo reír viendo como manchaba su camiseta, pero suponía que era por no comer en todo el día) y luego ir a la gasolinera, desamarrar el auto y por fin recargarlo de combustible; mientras Hoseok usaba sus últimas monedas para los cigarrillos de Taehyung y una paleta para sí mismo.

Ahora tenía que regalar una camioneta porque Hoseok se lo decía, muy lindo día.

En su caminata, sintió los pasos de Hoseok siguiendo y cuando volteo hacia un costado, noto a un niño viendo las etiquetas con el precio del combustible. Debía tener entre 12 y 14 años. Se acerco a paso decidido y grito: --¡Hey!

El niño, al instante, volteo en su dirección. Con un movimiento rápido, le lanzo las llaves de la camioneta y dijo: --Ahora tienes una camioneta, felicidades.

Y procedió a irse sin ver la mirada sorprendida del niño.

--¿Por qué se lo diste? —pregunto Hoseok una vez se posó frente a la puerta del copiloto.

--Me dijiste que me deshiciera del auto. —reclamo Taehyung, sacando un cigarro y encendiéndolo con su encendedor. —Eso hice.

--Me refería a dejarlo por ahí, no dárselo a un niño. —Hoseok lo miraba como si hubiera enloquecido.

Taehyung lo ignoro olímpicamente y procedió a entrar en el auto de Hoseok. Oyo el suspiro de Hoseok y como procedía a montarse al lado del conductor.

¿Ahora que harían? Taehyung tenía que buscar una respuesta rápido.

Por lo menos habían comido, tenían gasolina y Hoseok ya no lloraba.

Algo es algo.

***

Taehyung yacía acostado en la parte trasera donde se sentaban los pasajeros, alegando que su espalda no soportaría dormir en el asiento del piloto, aun cuando esta se podía reclinar. Había mandado a dormir a Hoseok en uno de esos asientos reclinables, este acepto sin chistar, pero en vez de dormirse, no había dejado de hablar en lo que llevaba la hora en la que estaban en esta descampada calle con más árboles que gente. Era un buen lugar para descansar y pensar que hacer mañana, ya había anochecido como para no pensar en descansar después de todo lo que había pasado hoy.

Dos tontitos en fugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora