Kihyun había pasado una noche insomne en la oscuridad. Cuando su estómago comenzó a gruñir sospechó que era de día, pero nadie acudió para quitarle la venda ni ofrecerle una bandeja. Parecía que Choi ya no sentía la necesidad de consentirlo. Había visto con suficiente claridad su miedo. Esa sería ahora su influencia sobre él, no los ojos suli de Bajan y sus intentos de amabilidad.
Cuando pasaron los estremecimientos, Kihyun se había arrastrado hasta el conducto de ventilación, solo para encontrarse con que estaba firmemente atornillado. Tenían que haberlo hecho mientras estaba en el teatro, pero no le sorprendía. Sospechaba que Choi la había dejado abierta solo para darle esperanza y después arrebatársela.
Con el tiempo, su mente había comenzado a aclararse, y mientras yacía allí en silencio, había trazado un plan. Hablaría.
Había muchos refugios y escondites que los Despojos habían dejado de utilizar porque los habían descubierto o tan solo habían dejado de ser convenientes. Comenzaría allí. Después estaban los lugares supuestamente seguros que pertenecían a algunas de las demás bandas del Barril.
Sabía de contenedores de carga del Tercer Puerto que los Liddies usaban a veces. A los Gaviotas Cuchilla les gustaba esconderse en un hotel lóbrego a solo unas calles del Listón. Lo llamaban la Tarta de Mermelada, por su desteñido color frambuesa y los aleros blancos que parecían decorados con glaseado.
Choi debería tardar buena parte de la noche en rebuscar en todas las habitaciones. Kihyun lo retrasaría. Conduciría a Choi y a sus hombres por toda Ketterdam en busca de Changkyun. Nunca había sido un gran actor, pero se había visto obligado a contar su dosis de mentiras en la Reserva, y desde luego había pasado el tiempo suficiente con Hoseok como para aprender un par de cosas.
Cuando Bajan apareció por fin y le quitó la venda, llevaba a seis guardias armados con él. Kihyun no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, pero sospechaba que habría sido todo el día. La cara de Bajan estaba amarillenta, y le costaba mirarlo a los ojos.
Kihyun esperó que se hubiera pasado despierto toda la noche, con el fuerte peso de sus palabras sobre su pecho. El hombre le cortó las cuerdas de los tobillos, pero las reemplazó por grilletes. Producían un fuerte ruido metálico mientras los guardias le conducían por el pasillo.
En esa ocasión, lo llevaron por la puerta trasera del teatro, pasando junto a restos del decorado y utilería abandonada cubierta de polvo hasta llegar al escenario. Las cortinas verdes comidas por las polillas habían sido bajadas, de modo que la cavernosa zona de asientos y palcos ya no era visible.
Aislado del resto del teatro, calentado por el calor que irradiaban las luces del escenario, el decorado daba una curiosa sensación de intimidad. Parecía menos un escenario que la sala de operaciones de un cirujano de verdad. La mirada de Kihyun captó la esquina destrozada de la mesa donde había estado tumbada la noche anterior, y después se apartó con rapidez.
Choi estaba esperando con el guardia de nariz de cuchilla. Kihyun hizo una promesa silenciosa: aunque su plan fallara, aunque le dejaran las piernas hechas puré, aunque nunca volviera a caminar, encontraría la forma de hacérselo pagar todo. No sabía cómo, pero lo conseguiría. Había sobrevivido a demasiadas cosas como para permitir que Choi lo destruyera.
—¿Tienes miedo, Yoo? —preguntó él.
—Sí.
—Cuánta honestidad. ¿Y estás preparado para contarme lo que sabes?
Kihyun respiró hondo y bajó la cabeza en lo que esperaba que fuera una convincente muestra de reticencia.
—Sí —susurró.
ESTÁS LEYENDO
REINO DE LADRONES - MONSTA X
RandomEn Ketterdam, la ciudad de los mercaderes y los ladrones, hay una guerra abierta. Múltiples bandos están luchando con todo lo que tienen para lograr el control absoluto de la jurda parem y con ella, el de un imparable poder Grisha. Mientras tanto, C...