Hoseok se despertó mucho antes del amanecer. Como siempre, su primer pensamiento consciente fue sobre la parem y, como siempre, no tenía apetito.
El ansia por la droga casi lo había vuelto loco la noche anterior. Tratar de usar su poder cuando atacaron los soldados Kherguud lo había dejado desesperado por conseguir más, y se había pasado largas horas moviéndose y dando vueltas, clavándose las ensangrentadas uñas en las palmas de las manos.
Se sentía fatal por la mañana, pero la sensación de tener un propósito hizo que le resultara más fácil levantarse de la cama. El ansia de parem había atenuado algo en su interior, y a veces Hoseok temía que la chispa que había desaparecido no fuera a regresar jamás. Pero ese día, aunque le dolían los huesos, sentía la piel seca y la boca le sabía como un horno que necesitara limpieza, sentía esperanza. Kihyun había vuelto. Tenían un trabajo. E iba a hacer algo bueno por su gente. Incluso aunque para conseguirlo hubiera tenido que chantajear a Changkyun Im para que fuera una persona decente.
Hyungwon ya estaba despierto, examinando sus armas. Hoseok se estiró y bostezó, arqueando la espalda, complacido por cómo la mirada del fjerdano recorría su figura antes de volver con culpabilidad al rifle que estaba cargando. Gratificante.
Prácticamente se le había tirado encima el otro día. Si Hyungwon no quería aprovecharse de la oferta, desde luego podía hacer que se arrepintiera.
Los demás ya estaban despiertos y moviéndose por la tumba, todos menos Minhyuk, que seguía roncando con tranquilidad, con las largas piernas asomando desde debajo de una manta. Kihyun estaba haciendo té. Changkyun estaba sentado a la mesa, intercambiando bocetos con Jooheon mientras Hyunwoo observaba, ofreciendo alguna sugerencia de vez en cuando. Hoseok dejó que sus ojos examinaran esas dos caras shu la una junto a la otra.
La actitud y la postura de Jooheon eran completamente diferentes, pero cuando los dos chicos estaban inmóviles, era casi imposible diferenciarlos. Yo he hecho eso, pensó Hoseok. Recordó el balanceo de las lámparas del barco en el pequeño camarote, los bucles rojizos de Jooheon desapareciendo bajo sus dedos para ser reemplazados por un manojo de espeso pelo oscuro; sus grandes ojos, asustados, pero tozudamente valientes, volviéndose dorados y cambiando de forma. Había parecido magia, magia de verdad, como la de las historias que contaban los profesores del Pequeño Palacio para que se durmieran. Y le había pertenecido toda a él.
Kihyun se acercó para sentarse a su lado con dos tazas de té caliente en la mano.
—¿Cómo estás hoy? —le preguntó—. ¿Puedes comer?
—No lo creo. —Hoseok se obligó a tomar un sorbo de té, y después dijo—: Gracias por lo que hiciste anoche. Por ponerte de mi parte.
—Era lo correcto. No quiero ver cómo esclavizan a nadie más.
—Aun así.
—Pues de nada, Hoseok Lee. Puedes pagarme de la forma tradicional.
—¿Gofres?
—Muchos gofres.
—Los necesitas. Choi no te dio de comer, ¿verdad?
—Yo no estaba siendo muy colaboradora, pero lo intentó durante un tiempo.
—¿Y después?
—Y después, decidió torturarme.
Hoseok apretó los puños.
—Voy a colgar sus entrañas como guirnaldas de fiesta.
Kihyun se rio y apoyó la cabeza sobre el hombro de Hoseok.
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REINO DE LADRONES - MONSTA X
RandomEn Ketterdam, la ciudad de los mercaderes y los ladrones, hay una guerra abierta. Múltiples bandos están luchando con todo lo que tienen para lograr el control absoluto de la jurda parem y con ella, el de un imparable poder Grisha. Mientras tanto, C...