21. HOSEOK

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Hoseok los oyó antes de verlos. Se encontraba entre el segundo y el tercer silo, donde podía observar el progreso de Kihyun y mantener un ojo sobre el puesto de guardia.

Kihyun había escalado el silo como una araña pequeña y ágil, moviéndose a un ritmo que cansaba a Hoseok solo con verlo. El ángulo era lo bastante escarpado como para que apenas pudiera verlo cuando llegó a la parte superior, así que no sabía cuánto estaría avanzando con las escotillas.

Pero Kihyun no comenzó a cruzar cuando Hoseok dio la primera señal, así que debía de haber tenido algún retraso con las cuerdas o con el gorgojo. A la segunda señal, Hoseok lo vio salir caminando sobre la nada.

Desde donde Hoseok se encontraba, el cable era invisible en la oscuridad, de modo que Kihyun parecía estar levitando, con cada paso preciso y medido.

Entonces... un débil tambaleo. Y después, una pequeña corrección. El corazón de Hoseok le latía con ritmo desigual mientras observaba. Tenía la absurda sensación de que, si dejaba que su concentración flaqueara siquiera un segundo, Kihyun podría caerse, como si fueran su concentración y su fe lo que lo mantenía en el aire.

Cuando Kihyun llegó al fin al segundo silo, Hoseok quiso gritar de alegría, pero se contentó con una breve danza silenciosa. Después esperó a que los guardias volvieran a quedar a la vista en el lado occidental del perímetro.

Se detuvieron en el puesto de guardia durante unos pocos minutos y salieron otra vez. Hoseok estaba a punto de hacerle la señal a Kihyun cuando escuchó el sonido de una risa alborotada. Los guardias también se dieron cuenta, alerta de pronto. Hoseok vio que uno de ellos encendía la lámpara de la señal encima del puesto de guardia para llamar refuerzos; una medida preventiva por si hubiera problemas.

A veces había disturbios, y con el caos del Stave Occidental el día anterior, a Hoseok no le sorprendió que los guardias se apresuraran a pedir ayuda.

Parecía que iban a necesitarla. Hoseok distinguía una banda de matones del Barril cuando la veía, y aquellos parecían muy desagradables, todos grandes, de gruesos músculos, y muy armados. La mayoría tenía pistolas, clara señal de que buscaban algo más que un altercado. El de la parte delantera llevaba un chaleco a cuadros sobre el ancho pecho, y estaba balanceando una cadena con las manos. Hoseok pudo ver un tatuaje circular en su antebrazo. No podía distinguir los detalles desde la distancia, pero habría apostado mucho dinero a que era un león dentro de una corona. Los Leones Moneda. Los chicos de Pekka Rollins. ¿Qué demonios estaban haciendo ahí?

Levantó la mirada. Kihyun debía de estar metiendo el gorgojo en el segundo silo. Con suerte, no estaría a la vista. Pero ¿qué quería la banda de Pekka?

La respuesta llegó unos momentos después.

—He oído que hay un Mortificador escondido en el Arrecife Dulce —dijo el del chaleco de cuadros en voz alta, todavía balanceando la cadena.

Por todos los Santos, esto es malo. ¿Los habrían seguido los Leones Moneda a él y a Kihyun desde el Velo Negro? ¿Estarían los demás en problemas? ¿Y qué pasaba si Pekka Rollins y los suyos sabían lo de los Grisha en la embajada? Algunos de ellos estaban violando sus contratos al tratar de abandonar la ciudad. Podían chantajearlos, o algo peor. Pekka podía venderlos a los shu. Ahora mismo tienes tus propios problemas, Lee, dijo una voz en su cabeza. Deja de preocuparte por salvar el mundo y salva tu propio culo. A veces, su voz interna podía ser muy sabia.

Uno de los guardias del silo avanzó, de forma muy valiente para Hoseok, dada la exhibición de fuerza de los Leones Moneda. No distinguió lo que hablaban. Un papel con un sello de un rojo vibrante cambió de manos, y el guardia se lo dio a su compañero para que lo leyera. Tras un momento, se encogió de hombros. Y entonces, para horror de Hoseok, el guardia avanzó y abrió la puerta. La lámpara sobre el tejado del puesto de guardia volvió a destellar. Estaban cancelando la petición de refuerzos.

REINO DE LADRONES - MONSTA XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora