No podía dejar de pensar en la chica del cementerio. Después de esa vez no la volví a ver. Intenté ir en diferentes horarios para encontrarla, pero aunque fuí más seguido nunca la encontraba. Era como si ella hubiera dejado de visitar la tumba por la que venía al cementerio.
—¿Por qué querés encontrarla? —pregunto Santiago, agarrando un vaso de cerveza.
—¿Te gusto la mina esa? —sonrió Tomás.
—No, nada que ver. Tengo curiosidad por ella nomás.
—Curiosidad por verla sin ropa, nomás —jodió Santiago.
—No la vi en el funeral —dije, ignorando su comentario pelotudo.
—Yo tampoco porque me acordaría ver a una mina lastimada.
—¿En serio viste a todos? —le pregunto Tomás. —Yo no vi a ninguno porque todos estaban re tristes y también yo.
—No, pero llamaría la atención verla lastimada.
—¿Y si no fue al funeral?
—¿Y por qué fue a ver su tumba y no a su funeral?
—Que se yo.
Me quedé pensando en lo que dijo Santiago. No tenía sentido que no haya ido al funeral, pero entendía que era triste y algo perturbador en especial porque fue a cajón abierto.
—¿Y cómo estás seguro que lo conocía? —pregunto Tomás. —Ella te dijo que no.
—Dijo que se notaba que la mina mentía —le contesto Santiago.
—Pero no la conoce. No sabe si miente o no.
—La salude de lo más normal y se asunto. Era obvio que no confiaba en mí y que iba a mentirme.
—¿Igual pensas que te iba a decir como se lastimo? —preguntó Santiago. —No seas boludo, Germán.
—Creo que alguien le pego.
—¿Decís que sufre violencia o algo así?
—No, bueno, no sé, pero no se cayó de las escaleras.
—Sí, porque si no sería una boluda.
—Las personas pueden caerse y eso no las hace boludas, Santiago —le dijo Tomás. —Pero no se lastiman como dice Ger que estaba la mina.
—¿Y le decimos a los chicos? —pregunto Santiago, mirándome.
—Ella dijo que no se lo diga a nadie.
—¿Y nosotros que somos?
—Me obligaste a decírselos.
—Funciono porque nos dijiste todo menos el nombre de la mina.
—Eso no puedo decírselos. Se lo prometí.
—¿Y desde cuando le haces promesas a minas desconocidas?
—No les pueden decir a nadie, ¿Estamos?
—Podríamos encontrarla más fácil si le preguntamos a todos.
—No te preocupes por mí que yo no voy a decir nada —me dijo Tomás.
—Dije que no, Santiago.
—Bueno, suerte encontrándola.
Comenzamos a hablar de cualquier boludez hasta que ellos se fueron en busca de una mina con la cual pasar el rato. Yo no tenía tantas de ganas de hablar con ninguna. No podía dejar de pensar en Ruth. Quería verla de nuevo.
Llegué a casa a las cinco de las mañana más o menos y me tiré directo a la cama a dormir. Me levante unas horas después y me tomé una pastilla para el dolor de cabeza porque anoche me había bajado no sé cuantas botellas de cerveza hasta perder la consciencia.
La pantalla de mi celular se encendió. Tenía un mensaje de Iván.
Iván
¿Por qué estas yendo mucho al cementerio?Estaba seguro que me vio porque no me estaría preguntándome eso.
Germán
Era mi amigo.Si, lo visitaba porque era mi amigo y lo quería, pero admitía que estas semanas en particular quería encontrarme a la chica.
Iván
Sí, ya sé, pero se me hizo raro.Germán
¿Por qué?Iván
Solo ibas una vez a la semana.Germán
Estás semanas tenía más tiempo.Iván
Bueno, nada eso te quería preguntar.Germán
¿Y cómo esta Rodrigo?Iván
Con la cabeza en Lola.Germán
Bueno, después me contas que tengo que salir.Guardé el celular en mi bolsillo. Pensé en Lucas y me pregunté como no se había dado cuenta que Rodrigo estaba enamorado de su hermana. Desde el principio me di cuenta y también todos los del ambiente del stream. No conocía mucho a Dolores, pero me parecía hermosa. Entendía porque se enamoro de ella.
Le di de comer a Miel antes de irme al supermercado. Cuando llegué me busqué un carrito y comencé a meter dentro las cosas que necesitaba. Me faltaba solo una cosa para ir a la caja a pagar. Me detuve en la parte donde estaban las yerbas para agarrar el último paquete que quedaba justo la marcs que quería, pero alguien más la agarró y mi mano termino sobre la suya.
—¿Ruth?
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Rosa Marchita ; German Usinger, Unicornio
FanfictionGerman no sabía quién era la chica del cementerio. La podía ignorar y seguir con su vida, pero sentía curiosidad por saber más sobre ella. Libro conectado con "Lola, Lola ; Rodrigo Carrera, Carreraaa".