Capítulo 9

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No había descansado casi nada por cuatro días. Estaba preocupado por como iba a salir la operación de Paloma. Era demasiado pequeña para pasar por esto. Después de que la lleváramos al hospital porque le dolía el corazón, nos dijeron que tenía que ser internada. Le tenía que hacer una costosa operación, pero no tuve problema en pagarlo porque sabía que Ruth no podía. Ella se enojo conmigo al principio, pero entendió que su hija lo necesitaba y se le paso rápido.

Estos días estuvimos juntos todo el tiempo, no nos separamos ningún segundo. Ella necesitaba apoyo y yo se lo di. También necesitaba el suyo porque aunque Paloma no era mi hija, era una nena pequeña con una vida por delante y no quería que le pasara nada.

—Tengo que ir a nuestra casa —le dije, dándole un vaso de café. —¿No querés que me quede?

—No, tenés un vida a parte de mí.

—Ustedes son mi vida ahora, Ruth.

—Me voy a quedar con ella hasta que se la lleven a la sala de operaciones. La quiero tranquilizar para que no se asuste aunque siempre fue alguien fuerte.

—No dudo de que cuando salga lo va ser como una campeona.

—Eso espero.

—Si te angustias mucho podes venir a casa y me quedo con vos.

—Te aviso cualquier cosa.

Ella se acerco a mí y me dio un beso en la mejilla.

—Gracias Ger.

—No, no me agradezcas Ruthy.

—Si no querés que te pague nada al menos dejarme decirte gracias.

—Bueno, lo acepto.

Ella me sonrió.

—Te quiero.

No supe que decir porque no esperaba escuchar eso salir de su boca, aunque admitía que me lo imagine muchas veces.

—También te quiero, Ruth.

Ella no contesto, pero no fue necesario porque su mirada lo decía todo. Me fui del hospital con una pequeña sonrisa. Esperaba que la operación de Paloma saliera bien y que volviera a casa. Ella merecía crecer en un lugar sano.

Tres horas después más o menos, había terminado de organizar algunas cosas. Estaba hablando con Rodrigo para que hiciéramos algo, pero ahora que vivía con Ruth y Paloma quería que sea algo más tranquilo. Todavía no pusimos una fecha porque primero quería hablarlo con Ruth, no quería que se sintiera incomoda porque no le gustaba el ambiente del stream y por lo tanto a los streamers.

La pantalla de mi celular se encendió al llegarme una notificación del mensaje de Rodrigo.

Rodrigo
¿Estás viviendo con mina y su hija? No te imaginaba siendo padrastro.

Germán
No somos nada con ella.

Rodrigo
Si querés para no incomodarlas podemos hacer el stream en mi casa.

Germán
Te aviso cualquier cosa.

Rodrigo
Bueno, dale.

Germán
¿Y cómo estás con lo de Dolores?

Rodrigo
La estoy pasando mal y no solo por ella.

Germán
Si querés podemos hablar de eso.

Rodrigo
No puedo hablar de eso, entendelo.

Germán
Cuando puedas lo hablamos.

Rodrigo
Gracias Ger.

Rodrigo estaba pasando un mal momento y no era el único. El día en que se fue mi amigo fue uno de los más duros de mi vida. Me hizo entender que no porque éramos jovenes teníamos tiempo y decidí que mientras viva el resto de mi vida quería ser una buena persona aunque sean las más pisoteadas.

La puerta principal se abrió y la vi entrar con una resplandeciente sonrisa que me hizo saber que todo había salido bien.

—Paloma esta bien —dijo Ruth, mirándome con lagrimas en los ojos por las felicidad.

—Ella es fuerte.

—Sí, lo es.

—¿Y sabes cuando le van a dar de alta?

—Depende de como salga los resultados en las observaciones que le hagan, pero espero que pronto este conmigo.

—Nosotros.

—Sí, nosotros.

—¿Te molesta que unos amigos venga a cenar con nosotros?

—¿Que amigos? —pregunto, poniéndose seria de la nada.

—Se llaman Santiago y Tomás.

—Son de tu ambiente.

—Sí.

—No quiero que me vean.

—¿Por qué...?

—¡No, Germán!

La miré confundido. Se había alterado y no entendía porque razón se ponía así.

—Perdón, Germán.

—No, no pasa nada.

—Sí, es tu casa, no puedo decirte quién o no puede venir a tu casa.

—Nuestra casa.

—No, no es nuestra casa.

—Ustedes viven conmigo ahora.

—Solo por un tiempo hasta que consiga otro lugar.

—¿Por qué te alteraste? ¿Tenés algo en contra de mis amigos?

—No son tus amigos, Germán.

—Entonces que es.

—Es tu ambiente.

—¿Tenés un problema con los streamer?

—No puedo decirtelo porque tendría que contarte sobre ellos.

—¿Ellos? ¿Quienes?

—No puedo decírtelo ahora porque no quiero....no quiero...

—¿Qué no querés?

—Nada.

—No tengas miedo de decírmelo.

—No puedo, intenta entenderme.

—Lo intento todo el tiempo, Ruth, pero aunque lo haga no se que pasa por tu cabeza.

—Estoy nerviosa por el estado de Paloma.

—¿No vas a decirme nada?

—Siento que si lo haga te voy a perder.

—No me vas perder. Te voy a intentar entender.

—No creo que lo entiendas.

—No te quiero presionar, quiero que me lo digas cuando estés lista.

—¿Y si nunca pasa?

—Voy a ser paciente por vos. Lo menos que puedo hacer para demostrar cuanto te quiero.

Rosa Marchita ; German Usinger, UnicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora