Capítulo 15

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Ruth

Cerré los ojos por un momento al sentir sus dedos acariciarme la mejilla hasta detenerse en mi mentón, obligándome a abrirlos de nuevo para mirarlo. Me agarró de la mano y me lo apretó antes de sonreírme con esa sonrisa que me enamoro alguna vez en el pasado.

—¿Entonces no tenés a nadie en tu vida? —me pregunto Tiziano mientras caminábamos hacía el departamento de Germán.

—Acabo de salir de una relación.

—Lo entiendo.

—Fueron muchos años en que estuve con mi ex y no…no fui feliz. No sé si pueda volver a serlo o mejor dicho si lo mereciera serlo.

—No podes vivir arrepentida toda tu vida y tirándote abajo.

—Pero sabes como era yo, boludo —contesté, separando nuestras manos. —¿Cómo no me voy a una tremenda hija de pu…?

—Todos tenemos errores.

—Lo mío no fueron errores. Yo estaba consciente de lo que hacía y lo disfrutaba…disfrutaba de hacerla llorar.

Me cubrí la cara con las manos. Me daba vergüenza que me mirara después de lo que le confesé.

—Pero la recuerdo llorar por mi culpa…dándole esas crisis y…yo me le reía como una pelotuda de miércoles con mis amigas como si fuera divertido.

—Esta bien que no lo disfrutes ahora —me quitó mis manos de la cara. —Eso significa que aprendiste.

—Me merezco todo lo malo y que todos me odien hasta nuestra hija.

—No digas eso.

—No me la merezco ni a Paloma. Si no fuera por ella seguiría esa Ruperta pelotuda y...

—¿Ruperta?—repitió, sonriendo. —No puedo creer que dijeras tu verdadero nombre. Esto es realmente serio.

Lo miré molesta.

—Tiziano sos un pelotudo.

—Seguís enojándote fácil, Ruperta.

—No me llames así —contesté, entre dientes.

—Me gusta cuando te enojas —me sonrió, haciendo poner los ojos en blanco. —Te vez más hermosa aún.

—Mi cara es una mora hinchada. Estoy horrible.

Tiziano se cruzó de brazos.

—¿Fue tu ex, Ruperta?

—No me llames más Ruperta, ¿y de que estas hablando?

—No te hagas la otra, Ruth. No soy tan pelotudo para no darme cuenta de que alguien te pegó.

—Eso no…no te importa.

—¿Seguís con él?

—No, no estoy más con Abel.

Me detuve en la entrada del edificio para voltear a mirarlo antes de entrar.

—Estamos en contacto para que te integres a la vida de Paloma.

—Decime que estás bien ahora Ruth viviendo con tu amigo, ¿te trata bien?

No pude evitar sonreír al pensar en Germán. Definitivamente no me lo merecía y sabía que no tenía que ilusionarme con el porque algún día se daría cuenta de eso.

—Germán es un buen hombre, nos trata muy bien a nosotras. Paloma lo adora y yo también…como un buen amigo.

—¿Tu amigo Germán tiene pareja?

—¿Eh?

—Quiero saber si tiene pareja y si también trata bien a nuestra hija.

Me crucé de brazos, haciendo una mueca al imaginarme a Germán con alguien.

—No, Germán no tiene pareja.

—Bueno, entonces me voy yendo.

Tiziano se acercó a mí y parecía no decidirse en como despedirse de mí. Finalmente me dio un beso en la mejilla.

—Cuídate, Ruth. Gracias por dejarme estar en la vida de Paloma.

—Chau Tiziano.

Un suspiró salió de mi boca cuando entré al edificio y cuando me vi la vuelta para subir me sobresalté en encontrarme con Germán, mirándome serio.

—Me mentiste.

Lo miré confundida.

—¿En qué te mentí?

—¿En qué no me mentís, Ruth Duarte?

Me sorprendía un poco verlo actuar de esa manera. Ni cuando peleábamos por boludeces se ponía así, y no me gustaba.

—Quiero ser una persona en la que puedas confiar, Ruth —dijo, suavizando su mirada. —Te quiero en serio y me importas.

—No es…tan fácil.

—Intento entenderte, pero no esta tan bueno ocultarme las cosas y mentir. Prefiero otra cosa porque sino siento que no estamos construyendo bien nuestra relación. Tenemos que ser honestos y quiero que empecemos esta noche en nuestra cita.

Me quedé callada, pensando en sus palabras. Germán se merecía la verdad, pero no podía dársela porque lo quería y sabía que si se enteraba de mi pasado no dudaría en alejarse, y me dolería más que un golpe o una patada.

—Esta bien, pero quiero que sepas que no voy a decirte todo de la noche a la mañana.

Me extendió la mano y no dude en tomársela.

—Te esperaré el tiempo que sea necesario, Ruthy.

—No te merezco —susurré, sin mirarlo.

—Te mereces mucho más —contesto, dándome un beso en los labios.

Rosa Marchita ; German Usinger, UnicornioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora