Deseo

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—Will, la doctora Du Maurier debió enviar unos documentos ayer sobre un paciente que requiere un segundo diagnóstico, ¿sabes si llegaron esta mañana?

El doctor Lecter se acercó lentamente hasta el escritorio que él mismo había mandado a colocar para su pequeño aprendiz dentro de la sala de espera. Era un escritorio de uso, pero muy bonito; de caoba, con detalles tallados en los cajones y acompañado de una silla aterciopelada de color negro. Graham pensó que no estaba tan mal, aunque personalmente nunca se vio trabajando dentro de un consultorio como ese.

—Llegaron hace un rato. Aquí están.

Se encargó de tomar el sobre sellado de papel, extendiéndoselo a su jefe en un movimiento sencillo, sin esperar nada de lo que sucedió después.

Hannibal tomó el conjunto de papeles, pero hubo un destello metálico alrededor del dedo anular de Will que lo sorprendió. Tomando su mano delicadamente, observó más de cerca la distinguida joya que adornaba el delgado dedo del estudiante, lo cual provocó una serie de escalofríos en él. ¿Acaso preguntaría de donde lo había sacado?

Quiso retirar su mano de golpe, alejar la vista de aquellos profundos ojos marrones del regalo que había recibido hace tan solo unos días, pero no lo hizo, pues sabía que si lo hacía sólo crearía más duda y curiosidad en el hombre frente a él.

Notó como la mirada de Hannibal pasaba del anillo hasta su rostro, tratando de buscar una respuesta. Las largas pestañas de Will se agitaron con confusión, y después de un segundo, fue el doctor quien se animó a iniciar la conversación.

—Es una pieza impresionante. Muy bonita y adecuada. — su pesado acento envió una ráfaga de escalofríos a todo su cuerpo, mientras retiraba tímidamente la mano que seguía entre las de su superior.

—Gracias.

Pensó que eso sería suficiente para terminar con este extraño encuentro, pero no fue así.

—¿Un regalo? — el cuestionamiento de Hannibal hizo que Will tragara duro. Pensó que había sido descubierto, pero siendo sinceros, ¿de qué otra forma un estudiante promedio como Will Graham podría hacerse de un anillo tan caro como ese? Lo obvio es que fuera un regalo.

—Sí, fue un regalo.

Maldición, ahora Hannibal estaba sonriendo. Definitivamente estaba sospechando algo.

—La persona que te dio este anillo debe estimarte mucho, Will. Es un trabajo hermoso. — conforme la conversación continuaba, se irritaba más.

—Sí, supongo que lo hace.

—¿Y tú Will? ¿Tú estimas a esta persona? — ahora podía sentir como la sangre subía hasta sus mejillas, mientras que su corazón comenzaba a agitarse dentro de su pecho.

Respiro profundamente, sintiéndose contrariado por la pregunta recién realizada. No sabía que contestar, o más bien, sí sabía, solo que era difícil decirlo en voz alta. Después de todo, nunca se había atrevido a mencionar los verdaderos sentimientos que profesaba hacia Johann.

Dudo un momento, hasta que por fin se dio cuenta de que nada de eso tenía sentido. No tenía por qué estar nervioso; Hannibal Lecter no tenía forma de conocer al hombre que le había regalado aquel anillo, y definitivamente no tenía sentido seguir ocultando sus sentimientos hacia su querido benefactor, así que solo sonrió.

—Sí, lo hago.

———

Esta era su segunda semana trabajando en el consultorio del doctor Lecter, y para ser sinceros, no estaba del todo mal.

Casual Affair | HannigramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora