estrias

415 30 9
                                    

+18, contenido sexualmente explícito.

Con el paso de los días, el calor veraniego comenzaba a intensificarse asta convertirse en un infierno ardiente.

Sanji siempre a sido una persona de verano, por el simple echo de que era muy friolento, podria estar tapado asta la cabeza y aún así estar tiritando del frío, el calor siempre le había a sentado de maravilla y le gustaba cocinar platillos fríos acordé a la época; Zoro era totalmente lo contrario, era una persona de invierno, odiaba el calor por qué lo hacía sudar mucho más de lo normal durante sus entrenamientos y lo deshidrataba fácilmente, por lo que, según el, sus músculos pesaban más o algo así.

Para Sanji este verano se estaba convirtiendo en una tortura, su vientre había crecido más desde que llegó, al menos lo suficiente como para ya no poder usar sus elegantes camisas o sus remeras más holgadas.

Se asustó al principio, pero, una videollamada con Law fue suficiente para tranquilizarlo, le explicó que era relativamente normal subir de peso súbitamente en el segundo trimestre y que tendría otro tipos de síntomas como hinchazón, dolor de espalda, ardor de estómago o molestia en los senos; pero que todo puede variar según su estado; también le dió algunos ejercicios que puede hacer si los pies o la espalda le molestan y le ordenó que sacará turno para un próximo control prenatal.

Sanji agradeció la ayuda y prometió mantener al doctor informado sobre el estado de sus bebés; fue así como esas llamadas formales comenzaron a volverse largas charlas sobre sus vidas, después de todo ellos habían sido el mejor amigo del otro desde los cinco y tuvieron su noviazgo a los dieciseis años.


Zoro mantuvo su vista puesta en las blancas piernas, tan largas cuál carreteras, ambas colocadas de manera vertical sobre el respaldo de la cama, mientras el resto del cuerpo curvilíneo de su esposo se acomodaba pesadamente sobre el colchón y las almohadas de su cama; el era expectante desde el umbral de su cuarto la rara posición en la que Sanji se encontraba cada vez con más frecuencia.

Cerró la puerta tras de sí para que el aire acondicionado frío no se escapase de esas cuatro paredes, el único lugar de la casa donde no te cocinabas vivo y avanzo asta estar sentado junto al rubio.

__ que haces? Cejillas__ pregunto el moreno.

__ hablo con law__ contesto el otro, mostrándole en la pantalla del celular la cara del tatuado.

La mueca en la cara de Zoro fue tan notoria que Sanji no se contuvo al pellizcar disimuladamente la piel morena de su mano para obligarlo a forzar una sonrisa y a saludar "cortésmente" al doctor en pantalla.

A diferencia del rubio, Zoro era vastante celoso con los hombre y mujeres que se acercaban con intenciones más que amistosas, no le molestaba que el rubio fuera pizpireto con las mujeres, pero no le gustaba cuando otros eran coquetos con el.

Y a Zoro no le agradaba del todo que Sanji estubiera en contacto con uno de sus ex novios, pero tampoco podía impedirle hablar con el, solo era indiferente mientras el contacto fuera amistoso.

Zoro mantuvo su mueca incluso minutos después de que el rubio cortará con el doctor, Sanji seguía en su teléfono sin darle tanta atención como quería, miro atentamente el cuerpo de su esposo, como llevaba una de sus remeras por qué su vientre había crecido tanto que las de el ya no le entraban.

La tela negra se levantaba desordenadamente sobre la base del abultado vientre, veía de vez en cuando algunos bultos y también esas suaves líneas rosas nuevas en los costados de la piel.

Tres Vidas Para Un Cocinero Y Un Espadachín (ZoSan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora