Prueba de Embarazo

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Las suaves corrientes de aire de una hermosa primavera en Francia entraba por la ventana del segundo piso de un gran apartamento llenando la habitación de un tranquilizante aroma de la reciente lluvia mezclándose con el delicioso olor de los huevos y la panceta haciéndose en una sarten y los dulces panqueques cubiertos con miel y manteca sobre los platos de cristal blancos, todo esto se acompañaba del cantor suave de una voz fémina proveniente de una vieja radio de antena.

Las pisadas de los tres hombres mayores que habitaban en la morada iban y venían de la cocina al comedor trabajando para poder tener un desayuno ameno antes de comenzar con su ya acostumbrada rutina de trabajo donde eran escasos los descansos.

__ Berenjena, ya está listo el desayuno, no me obliges a ir y sacarte a patadas de tu cama__ grito el más avejentado de los hombres una ves toda la comida estubo servida sobre la mesa del comedor__ Berenjena__ volvió a gritar minutos después al no recibir respuesta alguna.

__ ya ya viejo, ya te oí__ le devolvió el llamado desde una de las habitaciones del departamento, una voz masculina que se escuchaba sumamente irritada.

Unos cinco minutos después de esa misma habitación salió un joven adulto de cabellera rubia y de tes clara, de complexión delgada y larguirucha, vestido estéticamente con un traje de camisa amarilla pastel con un patrón a rayas, ajustada a la cintura con un pantalón ceñido y unos zapatos negros recién lustrados. Su cabello peinado como de costumbre dejando que su flequillo cubriera uno de sus ojos azules, tan hermosos como si el mar y el cielo se juntan en un solo punto y se mezclaran en un solo armonioso color; también ocultaba una de sus raras cejas que se aremolinaba en un espiral en su entre cejo, sus labios delgados se cerraban sobre un cigarrillo que ni siquiera había sido comenzado, ni siquiera prendido, solo mordiendolo.

Su rostro con un semblante neutro extrañando más a los mayores que estaba acostumbrados a levantarse más tarde que el rubio, que siempre los recibía con el desayuno a la mitad y una sonrisa amable.

* Algo anda mal* pensó el más mayor de los hombres quien mejor optó por ignorar el comportamiento de su hijo__ no nos hagas esperar más y siéntate a comer__ ordenó el hombre de una manera tranquila.

El rubio se acercó a la mesa y se sentó, los demás adultos no esperaron para comenzar a degustar su comida de manera tranquila.

Así mismo el rubio solo se quedó mirando la comida, el olor surcaba sus papillas gustativas y lograban remover sus tripas en un incómoda sensación de asco, su garganta se contrajo; aún así con todas estás desagradables emociones, trago un poco de su propia saliva antes de tomar el tenedor y pinchar un pedazo de masa dulce, se lo llevó a la boca dónde lo mastico un par de veces antes de tragar.

La sensación de la comida bajar hacia su estómago lentamente lo tranquilizó asta que en un segundo sintió como está volvía a subir rápidamente, su garganta se volvió a contraer de manera dolorosa tanto así que tubo que sostener su boca con una mano.

Trato de obligarse así mismo a tragar la comida pero lo único que consiguió es que está volviera con más impulso, de un salto se puso de pie tirando la silla, el estruendo sonido de esta chocando contra el suelo llamo la atención del resto de comensales en la mesa.

El rubio no tubo tiempo de explicar pues solo salió corriendo para alcanzar al baño sin importarle los gritos alarmados de los demás, solo al llegar al baño la puerta cerrandose en un fuerte golpe que retumbó en toda la habitación luego lo único que se escuchaba de adentro del espacio eran las arcadas y el sonido de la poco comida recién digerida siendo expulsada dentro de retrete.

Al cabo de unos minutos el cuerpo de rubio se relajó, todo su peso cae en el piso exhausto, su respiración aún es un poco errática, unos suaves golpes en la puerta pareciera traerlo de nuevo a la realidad.

Tres Vidas Para Un Cocinero Y Un Espadachín (ZoSan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora