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«¿PESADILLA? ¿O RECUERDO?»

—Tom, por dios, tan temprano y ya estás haciendo estupideces— regañó el padre de familia, a uno de sus hijos gemelos se le había caído el vaso de leche, y el contenido se desparramó por toda la mesa —¡Mira el desastre que haz echo!—

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—Tom, por dios, tan temprano y ya estás haciendo estupideces— regañó el padre de familia, a uno de sus hijos gemelos se le había caído el vaso de leche, y el contenido se desparramó por toda la mesa —¡Mira el desastre que haz echo!—.

—Lo siento señor— se disculpó el "mayor", quien había nacido una hora antes que su hermano. Levantándose para tomar toallas de papel y limpiar la mesa.

Jake, el "menor" de ambos, hizo lo mismo con la intención de ayudar a su hermano, pero Azael se lo impidió.

—No, no lo ayudes— le detuvo —Que limpie todo el solo— ordenó, derramando también parte del café que estaba bebiendo —Quizá así pienses antes de actuar, parece que tengo un hijo tonto—.

—Señor, fue un accidente— susurró de vuelta Jake —¿Por que no puedo ayudarlo?—.

La dura mirada del hombre no se despegaba de su hijo, quien limpiaba la mesa avergonzado —Tom es el hermano mayor, debe de darte el ejemplo—.

Momentos después, ya todos estaban sentados continuando con el desayuno, la estridente voz de Azael volvió a sonar —Jake, Tom, dense prisa, vendrán conmigo hoy a la oficina— anunció con sequedad, bebiendo de la taza de café que su esposa le había rellenado luego de haber volcado la mayor parte corrigiendo a su hijo, con la mirada puesta en su teléfono. Múltiples cicatrices adornaban la piel visible de sus brazos que no era cubierta por el grueso uniforme de la marina —Hoy tienen algo que hacer—.

—Si, señor— respondieron los gemelos con la voz baja, mientras terminaban de comer su desayuno con prisa, sabían cuánto odiaba su padre llegar tarde al trabajo.

En cuanto terminaron, corrieron a su cuarto para cambiarse de ropa, una vez fuera de su vista, su madre se giró hacia la mesa, donde su esposo aún estaba sentado.

—Azael, sabes que no me gusta que lleves a Jake y a Tom a ese lugar— dijo con molestia, yendo a tomar los trastes que su hijo utilizó —Es tan solo un niño, no hay necesidad de que los sometas a ese ambiente tan... crudo—

—En un futuro, pasarán la mayor parte de su tiempo allá— anunció el marín sin más —Los inscribiré al colegio militar el próximo año—.

Aterrada, la castaña volvió a dejar los utensilios con una mueca de preocupación —Azael, tienen diez años, no merecen eso— discutió, sus tacones resonaron sobre el piso pulido cuando dio zancadas hasta tenerlo cara a cara —Déjalos crecer, seguir su propio camino—.

En el barandal de las escaleras, el Sully más pequeño veía y escuchaba la escena, con sus manitas aferradas a los barrotes, mientras su hermano lo abrazaba por la espalda.

Vió la cara de disgusto que puso su padre, quien azotó la taza contra la mesa, salpicando todo el líquido sobre el duro material de nuevo, levantándose y mirándola a los ojos —No digas estupideces Lilian, yo sé cómo educo a mis hijos— bramó —Deben conocer la realidad desde ahora ¡no quieras tenerlos resguardados bajo tus alas! Que lo único que harás será convertirlos en unos menguados—.

 FALSEDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora