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«REENCUENTRO»

El matrimonio corrió lo más rápido que pudo hacia la marui en donde su hija descansaba, con el corazón latiéndoles en la garganta y sus piernas temblando

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El matrimonio corrió lo más rápido que pudo hacia la marui en donde su hija descansaba, con el corazón latiéndoles en la garganta y sus piernas temblando. Caminaban con prisa, sin voltear a ver a su alrededor, incluso se privaban de parpadear.

Una vez estuvieron frente a la enorme manta que tapaba la entrada del lugar, Jake la apartó de un manotazo para ver una escena que le llenó de tantas emociones indescriptibles, que juraría que la lengua se le trabaría en cuanto intentara hablar.

Nai'rí estaba recostada, con varias vendas alrededor de su cuerpo, cubierta por una manta y con sus ojos abiertos. Estaba despierta.

Lo'ak la sostenía de una mano, mientras Kiri estaba de rodillas a un lado, siendo abrazada por Rotxo, del otro lado, Neteyam le sostenía la otra mano, mientras Tuk la miraba con atención.

Los ojos de Neytiri se llenaron de lágrimas, y se cubrió la boca con ambas manos —Ma ite...— murmuró, corriendo hasta ella, todos se apartaron en cuanto vieron la urgencia de la mujer en llegar hasta su hija.

Hace muchas lunas, cuando los cinco aún eran cachorros, aquella feroz guerrera, estando en su faceta más delicada y tierna, preparaba la cena mientras les contaba una historia a sus cachorros.

El que más solía recordarlo era Neteyam, al ser el primero en nacer, también fue el primero en poder quedarse despierto lo suficiente como para ser arrullado con tal historia.

"Cuando eywa bendice a un matrimonio con un hijo, cobra un pequeño intercambio, da su bendición en vida, a cambio de que la madre le otorgue a su cachorro una parte de su alma, para que el o ella pueda regenerar una propia"

Aún podía recordar la infantil voz de Tuktirey, preguntando después de escuchar aquella leyenda por primera vez —Entonces ¿nosotros tenemos una parte de tu alma, Sa'nu? ¡Pero somos muchos! ¿Tu alma no quedó muy pequeña?—.

La inocencia que bañaba aquella pregunta causó ternura en el corazón de la madre, quien sonrió y centró toda su atención en sus hijos —Por supuesto que no, Ma Tuk, mi alma siempre estará completa, mientras los tenga a ustedes conmigo, son una parte de mi, así como yo soy una parte de ustedes—.

Neteyam parpadeó para regresar a la realidad, viendo como sus padres le hablaban a Nai'rí con tanto miedo y ternura, tratando de no soltarse a llorar.

Todo le parecía tan irreal ¿cómo pasó todo esto? ¿Cómo es que había na'vis tan crueles en un mundo donde la mayor prioridad es la paz? Y no solo eso, el equilibrio, la hermandad, la ley dictada hace tantos años de que, sin importar de qué parte de Pandora provengan, todos se tratarían como hermanos.

 FALSEDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora