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«RECUPERACIÓN»

Varios días después, Max y Norm le informaron a la preocupada familia Sully que Nai'rí ya podía comenzar a levantarse, pero que debía evitar hacer esfuerzos, o tener emociones negativas fuertes

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Varios días después, Max y Norm le informaron a la preocupada familia Sully que Nai'rí ya podía comenzar a levantarse, pero que debía evitar hacer esfuerzos, o tener emociones negativas fuertes.

Después de escuchar eso, Kiri, Neytiri y Tsireya entraron a la marui en donde la menor descansaba, lo hicieron tan abruptamente que ella brincó en su lugar y soltó un grito del susto, después de ver quienes eran, se relajó y disculpó.

Le comunicaron lo que les habían dicho sin poder parar de sonreír, a pesar de que la melliza estuvo a punto de contagiarse, no logró demostrar su emoción.

La Omaticaya vio como su amiga de rizos sostenía algo entre sus manos, ella soltó una risita nerviosa mientras caminaba hasta arrodillarse a su lado, dejando sobre el suelo lo que ahora sabía, eran prendas Metckayina.

—Tu ropa estaba arruinada, así que te traje un obsequio— dice, con aquella sonrisa dulce que le caracterizaba.

Nai'rí las tomó entre sus delgadas manos, huesudas por la mala alimentación de los últimos días y lastimadas por diferentes razones; las observó con detenimiento, eran ligeras, y los materiales con los que estaban hechos le daban una superficie muy lisa. Parecían ser telas artesanas.

—Sé que no se parecen en nada a lo que ustedes usan en el bosque, y se que quizá tampoco sea necesario, pero aún así quiero dártelas— siguió diciendo, viendo la curiosidad que inundaba la mirada ajena —Estoy segura de que te verás muy bonita si decides usarlas—.

La situación le llenó de calidez el pecho, levantó la mirada hasta posarla sobre aquellos grandes orbes azules que desbordaban nobleza y amabilidad, y le dió una pequeña, pero genuina sonrisa.

—Muchas gracias Reya, son hermosas— alagó, y no estaba mintiendo, sus colores morados y grises contrastaban con las pequeñas perlas que brillaban con elegancia.

—Ma'ite— llamó Neytiri, mostrándole un enorme amor y alivio con tan solo su tono de voz, caminando hacia ella para sostenerla de los hombros, una punzada de dolor e ira se instaló dentro de ella cuando sintió a su cachorra tensarse de manera arisca bajo su toque —Te ayudaré a cambiarte—.

Con cuidado, la guerrera ayudó a su hija a vestirse, tal como cuando era una cachorra, le dolía ver el miedo disimulado en sus orbes, esos que no sabían ocultar lo que la joven sentía, esos que brillaban siempre que hacía algo que le generara la adrenalina que tanto a ella como a su hermano les gustaba sentir, esos que en su momento, la miraron con admiración y asombro.

"Sa'nu, cuando sea mayor ¡quiero ser una guerrera como tú!"

Solía exclamar una y otra vez, esos tiempos le parecían tan lejanos que la nostalgia le cubría siempre que indagaba en ellos y se daba cuenta de que había detalles que ya no lograba recordar.

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